JUAN EL BAUTISTA COMPRA
UN BOLETO DE TREN EN SAN LUIS POTOSÍ
En estos momentos no hay otro muchacho más solo que yo
ni otra estación de ferrocarril más pesadamente solitaria que ésta
ni otros orines tan tristes
ni otro pene tan abandonado
ni otras manos tan vacías
ni otros brazos tan desoladamente caídos
ni oros párpados tan derrotados
ni otra banca con esta madera sorda
ni otra mujer con los colores secos de ese rebozo
ni otra chamarra de mezclilla tan fría
No hay no existe no es posible no cabría; no y no
No puede ser que exista algo tan parecido a mí
tan irreal y tan real;
tanta sangre tantos sesos tanta carnicería
Todo unido y todo perdido en el país del amor
las provincias olvidadas
el desierto del desamparo
los días de la infelicidad
Pedro Damián Masson R.
POEMA III
A mi prójimo Antonin Artaud
Se llevaba pompas de jabón a la boca.
Las cortó de un parque de su infancia.
Esto se masca, esto se toma, esto se muere.
Se tragaba las pompas de jabón de su infancia.
Estaba en este tiempo y en otro
y mascaba las pompas de jabón de su infancia.
Tenía corredores como fábricas,
cubículos sumamente alumbrados como diarios,
habitaciones oscuras con muros helados de piedra blanda
como talleres de poesía,
pechos como cerros, como sierras.
Su mirada estaba horadada desde la nuca,
desde la raíz del cabello hasta el crepúsculo
increíble que incendiaba las nubes.
Usaba un lenguaje y no era un error.
Hacía comparaciones y no era un error.
Tenía la certeza de un golpe para derrumbar sus propios pensamientos.
No era un cómic ni un sueño.
Estaba aquí como la pinche madre.
Ni un sueño.
Estaba aquí donde tú estás leyendo.
José Pedro
ESCENARIO PUNK
Los duendes y fantasmas vivimos una película
jugamos a la ronda
rebotamos de un lugar hacia el mismo
Y en torno las afluencias consentidas
engrasan para siempre el bien querido sin sentido
Y a tientas desengranamos la grandeza
y en el centro de nuestro edén
la existencia basurienta pulula
persiguiendo viejos que en serio glorifiquen
Voces elípticas o música
será la gracia protectora que del universo se desprende
Esto no es el precipicio azul en que se baila un vals
Blanca notas de nieve no desciende del cielo
y a todos nos estrecha con “Corona” de sueño
Vibra el paisaje
segundo a segundo chisporrotean refuegos de cortocircuitos
Y no hay separación
Es mi realidad
Soy del sexo favorito
feliz pájara con el buche repleto de lombrices
Y la imaginación desflora
a cada quien le toca el privilegio desde su juego
Loca viandante privilegiada del mundo
yo un hada madrina con halo de pureza y varita mágica
que haga volar mi chemo a la chingada
yo (Dios una morra) que levanta el vía crucis de la imaginación
yo un invento que me haga ensoñar
yo ser loco
yo demonio
yo dios
yo punk
Carolina Estrada
CADA PORO 1 CASCADA: SUAVSUAVSUAV
Para Norma Sverdlin, in memoriam
Oasis abre suavemente la bragueta de Desierto
el famoso “uso de razón” se les licua
cada poro 1 cascada/lianas de piel les brotan en racimos
Los flancos derechos/los pasos redoblados del reloj
han dejado de pintar moteado
en las caderas nacidas para el Sol
en los tobillos-brazalete de sus playas
Dunas difíciles de quebrar
asfaltos con engrudo en vez de sangre
acueductos petrificados por el miedo
no son ya el cráter-sensación
la nube-hemoglobina que congrega/da de mamar
jalonea con sus correas el oxígeno con uñas
la túnica-latido que hace alados fulgurantes
los impulsos-carnaval/el oleaje fosforescente de estos cuerpos
Escalinatas de luz erotizada
la fruta-pétalo caliente de sus labios
Que la voz del relámpago sin roles
que la falda emplumada de las sirenas-manatí
dueñas del único beso-imaginación no mutilado
canten salpiquen desembuchen desparramen por aquí
el nervio-adoquín electrizado
de sus plazas/sus viaductos interiores
Oasis besa suavemente
el Popocatépetl-pararrayos de Desierto
Ojos de agua-erupción & cataplasma
sangres de higo/a punto de parir & suicidarse
El viento nómada suda la camiseta
sacude el coño/trapecia: equilibra: pirutea
& con ese zumo
la base & la altura de esos deltas
se da abrigo: se refresca
Oasis besa
Suavsuavsuav
la bragueta
fiebre que ard/ard/ard
de su amadísimo desierto
El viento nómada toma/por las ubres
el tranvía descarrilado del Deseo
¿Rumbo a qué ovario-sensación
rumbo a qué pico de la Desolación no jeringueado?
Suavsuavsuav
Ard/ard/ard
Mario Santiago
ME ACABO DE MORIR
Lo sospechaba.
Ya nadie va a tirar su culo apestoso junto a mí.
Ni siquiera hablará del comercio
ni de las deliciosas burguesas,
pues me acabo de morir
y no escucho.
Alfred Jarry conoció a un muerto en una carrera de ciclistas
que corría más que los otros pues se endureció.
Yo no conozco algo más duro que el corazón.
Me estoy olvidando que nací;
que tuve 24 años, una mujer y un hijo;
que vivo en un barrio asqueroso
donde los niños llevan un cinturón en el cerebro,
donde Simpatía y Esfuerzo son sus padres mongólicos.
Estoy esperando un examen;
una mano experta que diga: Está muerto;
alguien que use el cerebro para decir eso.
Me acabo de morir,
tenía la sospecha;
pero lo que nunca tuve
es lo que me está matando con sospechas:
Capricho life --private eye--.
A ver si se entiende.
José Peguero
MEMORÁNDUM PARA UNA AMIGA CASADA
Me había propuesto no volver a escribir
Bertha
pero estos días el sol calienta mis desenfrenados deseos de poseerte
y sólo duermo unas cuantas horas
para levantarme a soñar la colectiva lujuria de los atropellamientos:
mundo por el que te fuiste sin voltear la cabeza,
con tus cabellos soltados al viento
que los movía con ese ritmo de rock and roll cansado con que mueve
todas las cosas,
y donde te fuiste porque te cansaron mis obsesiones y mis vicios;
nunca te interesó mucho que yo fuera un ser atormentado por la vida y la
realidad de ser hombre
y que quisiera ser poeta;
nunca imaginaste que yo quería ser bueno
y que sabía muy poco para poder luchar racionalmente:
mi única arma era manifestar el descontento por cualquiera de los caminos,
y los que escogí me llevaron a las enfermedades y a la cárcel;
nunca quise abrir una zona de tolerancia hacia adentro
y la abrí hacia afuera:
mal me fue con todos, contigo misma:
te fuiste al mundo con los cabellos sueltos y la cara llena de tu sonrisa;
y si yo sigo estos caminos y muestro al Sol mi espalda
ya no es para recobrarte,
sino para reprochar al mundo una cosa más;
sigo creyendo que la enfermedad más grande es adaptarse
y que los hombres nacimos para deshacer y hacer,
y que mi etapa de destruir no ha pasado;
creo más en el vino que en los pájaros:
beber es una forma de obligarte a no pensar y volar es una forma de
esquivar el pensar.
Bertha
dondequiera que estés la felicidad y la enajenación sean contigo,
porque ese camino escogiste, menos viciado que el mío,
esa zona donde las criadas riegan jardines y no hay niños jugando en
la calle ni borrachos tirados ni puestos de fritangas ni putas,
y te siga llegando cada número de Kena y, en forma más aventurada,
de vez en cuando un plural,
de vez en cuando una borrachera social, un encabronamiento,
Bertha
dondequiera que estés la felicidad y la enajenación sean contigo.
Ramón Méndez
LOS MOTINES
Cuando lleguen los motines los viejos poetas chilenos
saldrán a la calle a ver qué pasa
Cuando lleguen los motines la angustia alquilará un cuarto en un hotel
de mala muerte y ahí reposará hasta suicidarse
Cuando lleguen los motines a los viejos albañiles chilenos
les crecerán alas y podrán jugar a caerse de las construcciones
y los pájaros se pondrán a caminar por las calles ya cansados
de construir nidos solamente
Cuando lleguen los motines los viejos cantantes chilenos
entonarán boleros en los boliches perdidos del desierto
y serán fosforescentes como el pájaro que perseguía a los mineros
Cuando lleguen los motines los viejos abogados chilenos
podrán pasarse todo el día en el cine --la platea desierta de butacas
donde los comandos prenden fuego para calentar la comida
--estos hombres conversan de cualquier cosa
Cuando lleguen los motines los viejos motines chilenos llorarán
de nostalgia y pena por no estar vivos
y los waters estallarán y todas las cañerías en el horizonte negro
van a ser un puro nudo empapado de mierda
Cuando lleguen los motines la vieja cordillera de los Andes
se va a derrumbar para que los argentinos puedan venir a Chile
caminando, para que los poderosos se vayan a esquiar a Suiza
si todavía tienen ganas de esquiar
Cuando lleguen los motines hasta la vieja Patrona de Chile
atenderá un prostíbulo aprovechándose de las circunstancias
Cuando lleguen los motines los viejos militares chilenos
bailarán una cueca frente al mar
y todas las ballenas acudirán a ver tanta maravilla
y abrirán sus fauces de ballenas para que por el mundo
haya miles de jonases
Cuando lleguen los motines los viejos los viejísimos enamorados chilenos
se dirán adiós adiós para siempre
Y los ojos de los jóvenes serán policromados
como una máquina del tiempo,
serán húmedos y bellos como las hojas que el viento arranca
Cuando lleguen los motines
Roberto Bolaño y Bruno Montané
LA BALADA DEL VIUDO (¿VERSOS ADOLESCENTES?)
En homenaje a ti,
me había propuesto
llegar a una célebre tristeza.
Camilo
Pensar que entre tu cuerpo y el mío
sólo hubo algunas cartas,
música de Rolling Stones entre cigarros de mariguana,
visitas dominicales al panteón,
besos cháfaros,
cachondeos musgosos bajo un árbol a mediodía,
recorridos a museos polvosos,
sonrisas estúpidas junto a una fuente
mientras las caricias envejecían hasta el tope,
conversaciones con tu madre
haciéndole ver las propiedades de la mariguana,
convencerla de que ahí no estaba la trampa.
Después,
algunas cartas espaciadas --pláticas almidonadas--,
lejanas visitas,
hasta que aquellas cosas
se van olvidando.
Cuauhtémoc Méndez
GUIADOR DE LOS AHOGADOS
Es que en una fiebre que padecí hace algún tiempo, oía sin cesar los
aullidos de un animal que indudablemente no aullaba, porque estaba muerto.
Malebranche
Los ahogados, estrangulados y acometidos de muerte
aparente, si tienen espuma en la boca no vuelven a la vida.
Hipócrates
A las dos noches
unos pescadores vieron,
a la luz de escasa luna,
de un joven ahogado el cuerpo,
vestido aún.
Duque de Rivas
I
Aquí está su Guiador de los Ahogados,
heme aquí cuerpo de piedra, pies y todo eso,
y cabeza de perro por más señas,
aquí está su Guiador, ahogados, a las puertas
del bellísimo Convento de María Magdalena del
atroz Cuitzeo, las lágrimas son de ella, y a su
memoria es la torre visitada con mi amigo,
la torre de húmeda memoria
por tenue luz arrinconada,
las más vistosas columnas
y flores que puede labrar de las piedras el Arte,
pululación de la luz.
Aquí estoy, yo el Guiador de los Ahogados,
sobre mi propia larga sábana de agua cintilando,
aquí está su Guiador, pobres mortales,
surcado por una fiebre que saja
toda idea de silencio.
Aquí está el Guiador abriendo ojos vidriosos
y la fiebre le engrandece cuello y dedos
a los cuales cualquier bella puede asirse;
aquí está su Guiador, náufragos emitiendo alaridos,
aquí está y su tórax henchido es el lago que se vuelve
sobre sus propias márgenes muertas.
Mi boca exhala niebla de la fachada majestuosa vigilante.
Mi boca lame peces heridos por el tripolifosfato.
Mi boca es un embarcadero del que nadie tiene pruebas de existencia
y sin embargo existe y es hermoso.
Aquí está el Guiador de los Ahogados
y soy un soplo de viento contra la peste que invade el lago
y soy una barcaza despedazada en la orilla
y soy un puente sobre el que tres hombres miran
y soy la niebla acechando cada una de sus palabras
y soy una mirada que recorre cuartos deshabitados
que palpa mierda antiquísima de murciélago
que se niega a volver atrás y tropezar con la sal de otras miradas
II
A tientas
Guiado por los Otros
la cabeza se me llena de muertos, de recuerdos de muertos;
vagos amigos recorren mi sueño.
Yo me sueño sobre las tablas,
derramo semen sobre las maderas urgentes.
Cadáver sobre cadáver.
Cada verso breve, cada verso los recuerda
y ellos de sal precipitada
alud o lluvia a mi leño que ardréporas
Qué áspero es el saludo de los muertos:
su mirada bruta y heridora lacera mi costado
hace polvo la calumnia vertebral de mis decires
me pone a bailar los dientes sobre girantes amapolas
sobre el tapete de los tahúres
sobre el tamiz del Támesis-Cuitzeo
sobre el largo insomnio de los monos
sobre todo ser que sobregira con aspas
con laúdes con aguajes salobres
III
Magro Guiador y sosegado,
por tus cejas fluyen las lenguas moradas,
y las rodillas ruinosas, y el hálito, y las cuencas
vacías, y las muñecas trozadas de los ahogados.
Yo te miro como se mira una fortaleza sitiada,
un Fuerte estragado por epidemias,
un grande hongo ya sin micelios que lo nutran.
Mis días palmo a palmo ocupan tu geografía aniquilante.
Se enredan mis dedos en los cabellos del júbilo
y lo ponen a ondear entre las mujeres.
Puros árboles sombríos sobrevivieron a tu reino.
Empujo nubes hacia ellos. Les acerco ríos límpidos.
Las sogas de los ahorcados dejan densa huella
u
lu
lan
te
sobre las ramas que irrumpen en tu sueño
IV
Una murga, José, una murga por las callejuelas ruinosas.
Una murga en cuyas melodías las mujeres sumergen sus
oídos filosos y con musgo.
Una murga por cuyas aspas el Sol enlaza cánticos.
Una murga Una murga de la cual la música es el polvo que las zorras soplan
Una murga sobre las espaldas de armónicas desbarrancadas
Procesión de acordes como espuelas adheridas al amor
jadeante de la sangre
Escalas que se agolpan con los zumbidos iniciales del deseo
Oh dios de la Montaña!
Cómo te cimbras entre el vaho de las mujeres
Cómo ante ellas osas desplegar la lira
Cómo se arquea tu espalda ante el hedor apenas
de la tiza que la marca
Cava música una murga en callejuelas
Con un violín
Con un trombón
Con un arpa harapienta
Con tensas sogas paralelas
Cava música una murga en la noche
V
Neblinal y hoscamente
y así y todo
quisiera tenerte cerca de mí
ahogada de las amapolas
Eriza de dardos morados
helada almendra
guillotina de mi voz metálica neta
Te sueño herrumbre en el azogue
ala que regresa
rusa tumbada entre alcatraces
oh amor de las amapolas
colilla ahogada en lazo de agua
VI
Padre,
sólo habemos hijos ávidos
con mil dagas
que cantan
nomás asoma la familia.
Madre,
sólo hay urna
con mis restos
que cantan
nomás aclara el día.
El día bloqueado por tus lloros
El diablo que Hado combatir no puede
El día, bloque a dos manos erigido
Padre,
seis flores ácidas
— menos la Peonía—
extienden sus ojos
a ras de tu podre.
Madre,
al oro de Greta Garbo o al azar
sucumbimos entonces
llenos de azoro
por tanta noche de pétalos abiertos
VII
¿Quién eres, flacucho, para hozar en lo Negro?
¿ Quién para lo Púrpura de las mujeres que estallan?
¿ Quién y qué tu negritud?
¿ Quién eres al amanecer de los seres que aman?
Al amanecer del tósigo sombrío
Al amanecer en la Nuez de los ahorcados
Al amanecer de los cerdos que besan bagatelas
Al amanecer de la laguna por las riberas de tu alarido
Al amanecer piedra sobre piedra el Convento de Yuriria en tus ojos enclavado
Al amanecer de la sombra de las enredaderas tenaces
¿ Quién que al amanecer sucumbes bajo la trenza
enmarañada del sargazo?
VIII
En el periódico se habla de la ternura de los muertos,
pero mi dentellada se hinca en la acinesia de los laureados.
Yo me llamo Iguanas Ranas
y la vida injerta troncos en la aridez de mis asuntos.
Soplos de vida hurgan los versos que urdo
Solsticios trémulos los habitan
Sombrajes llenos de irisados cardos
Mi palabra salta del corazón y al corazón se retacha
Piso fuerte sobre los cráneos de los laureados
Troto inalámbrico entre las zanjas de la belleza
Respiro profundo en el follaje de las Lauras
Flechas encuentro del granizo que las tuerce
Del agua gemida por la Tierra
Del aguaje mi daga por latir
Del aguaviento contra los portales que aguardan
Guaridas mohosas
Contraesquinas póstumas
Pianos nómadas
(Seamos pianos nómadas)
IX
Mi muerte sueña ataúdes
Mi muerte sueña ataúdes vivos
trepados en los toros
Mi muerte es una pata de semen como alambre de tedio
Bajo mi muerte hay escamas de semen
y su desembocadura es un océano rasante de semen
En las azoteas el gemido del cristal se quiebra
para dar paso a la cicatriz del semen
Y de las azoteas de la cicatriz escurren gemidos de muerte
Cuando mi muerte echose a andar relinchó el ojo del pez
y el tuétano de los toros se trepó a las églogas de aquel que habitó
osamentas de chispas desmayadas de llanto
X
Esto no es un poema
ni nada que se le parezca
a la poesía mírale rojo el rostro
de vergüenza
vas a morir
XI
Yo me puedo suicidar hasta dormido
Hasta suicisida duermo
Dromedario-puerco
Langosta esquizofrénica
Fraguardiente mesmo
Yo puedo me abortar
sin abortarme
Menstruo de flecha
Menstruo de flecha
Ceja en laberinto
Ya no soy el amor
Venía despierto
XII
Pobres versos ahorcados por la mano
de este mundo
No vieron su belleza
No crecieron
No empezarán a heder
XIII
Me tragué una luciérnaga con todo y alas,
y en las noches de frío escurría la luz de mis ojos de muerto
Mario Raúl Guzmán
ABRIREMOS NUESTROS PULMONES A UN AIRE SIN VENENO
Frente a cualquier frontera,
frente a cualquier comedia o pantomima
la belleza y los ojos lúcidos.
Los hombres de la mentira cambian como los días.
Frente a eso, las pinceladas-cuchillo amasadas con carne viva;
entonces la llaga sobre la piel desnuda
hasta que nazca un Nuevo Tiempo relampagueando entre dos o más nubes,
cantarlo desde nuestras gargantas: ¡no más coágulos, que la sangre fluya!
Sólo nuestros sueños como tormenta galopando.
El Sol se desbarata cogiendo con tus ojos.
El crimen es breve en el umbral del tiempo
y en los pliegues de primavera
la línea resinosa de la vida guarda sus secretos.
Inmensas coincidencias,
codicia de frutos resquebrajados,
rescate de la eterna agitación --hervidero de sangre-- luz que nos une
y el amor seguido de soles hechiceros mordiendo el camino que se deja.
Tomo de los latidos de tu corazón el grito de los ángeles.
Para empezar el día te regalo mi canto,
mis caderas constructoras,
el aullido de mis verdades de acero.
La vida la vida la vida ¿quién dijo?
Jorge Hernández Pieldivina
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