el camino

"¿Adónde te crees que vas
Y de dónde crees que vienes?"
Preguntaba el viejo al verme marchar
Muerto de hambre y sed
"Si no tienes rumbo
Chico, estás perdido"
Yo le respondí "voy hacia el sol
Y vengo del camino"

domingo, 13 de junio de 2010

Las cuatro estaciones

1. Resurgir

Primavera enfermiza tristemente ha expulsado
Al invierno, estación de arte sereno, lúcido,
Y, en mi ser presidido por la sangre sombría,
La impotencia se estira en un largo bostezo.

Unos blancos crepúsculos se entibian en mi cráneo
Que un cerco férreo ciñe como a una vieja tumba
Y triste, tras un sueño bello y etéreo, vago
Por campos donde la inmensa savia se pavonea.

Luego caigo enervado de perfumes arbóreos,
Cavando con mi rostro una fosa a mi sueño,
Mordiendo el suelo cálido donde crecen las lilas,

Espero que, al hundirme, mi desgana se alce...
-Mientras, el Azur ríe sobre el seto y despierta
Tanto pájaro en flor que al sol gorgea-.

2. Tristeza de verano

El sol, sobre la arena, luchadora durmiente,
Calienta un baño lánguido en tu pelo de oro
Y, consumiendo incienso sobre tu hostil mejilla,
Con las lágrimas mezcla un brebaje amoroso.

De ese blanco flameo esa inmutable calma
Te ha hecho, triste, decir -oh, mis besos miedosos-:
"¡Nunca seremos una sola momia
Bajo el desierto antiguo y felices palmeras!"

¡Pero tu cabellera es un río tibio,
Donde ahogar sin temblores el alma obsesionante
Y encontrar esa Nada desconocida, tuya!

Yo probaré el afeite llorado por tus párpados,
Por ver si sabe dar al corazón que heriste
La insensibilidad del azur y las piedras.

3. Suspiro

Mi alma hacia tu frente donde sueña
Un otoño alfombrado de pecas, calma hermana,
Y hacia el errante cielo de tus ojos angélicos
Asciende, como en un melancólico parque,
Fiel, un surtidor blanco suspira hacia el azul.
-Hacia el Azur eternecido de octubre puro y pálido
Que mira en los estanques su languidez sin fin
Y deja, sobre el agua muerta do la salvaje
Agonía de las hojas yerra al viento y excava un frío surco,
Arrastrarse al sol gualda de un larguisimo rayo.

4. Invierno

¡El virgen, el vivaz y bello día de hoy
Da un aletazo ebrio va a desgarrarnos este
Lago duro olvidado que persigue debajo de la escarcha
El glaciar transparente de los vuelos no huidos!

Un cisne de otro tiempo se acuerda de que él es
Quien, aun sin esperanza, magnífico se libra
Por no haber cantado la región do vivir
Cuando ha esplendido el tedio del estéril inviemo.

Sacudirá su cuello entero esta blanca agonía
Por el espacio impuesto al ave que lo niega,
Mas no el horror del suelo que aprisiona al plumaje.

Fantasma que su puro destello a este lugar asigna,
Se aquieta en el ensueño helado del desprecio
Que entre su exilio inútil viste el Cisne.

Poema de stéphane mallarmé

Poema de Francisco Brines

No es vano andar por el camino incierto
de un extraño país, si con la tarde
se acercan las muchachas para verte
pasar, y se enamoran. Oh, tú escoge
la que de hermoso cuerpo llorar sepa
más tiernamente tu partida. Allí
tu don deja en su vientre, de tus labios
incomprensibles las palabras salgan
y turbadoras. Tiembla si en tu pecho
su cabeza descansa con fatiga
después, mirándote a los ojos. Tú,
con los primeros astros del verano,
levántate del lecho y deja el bosque.
Tu nombre no lo sepa. Ya, extranjero,
puedes silbar, el occidente muere
de roja luz de sol, dormirás solo,
con la tibieza de la noche encima.
Tiempo de recordar las amarguras
de tu pequeña vida, los dos ojos
cierras para dormir y se humedecen
como las flores en el alba. Sueña
que hay Dios, y que hay amor en el camino,
y que tus hijos crecerán hermosos.

de Francisco Brines, Las Brasas, 1960.

sábado, 12 de junio de 2010

'Seré un monstruo pero no estoy loco'

Recluido en el psiquiátrico de Las Palmas, el poeta madrileño, que acaba de publicar su Poesía completa y dos nuevos libros, habla de literatura, política, psiquiatría y de la autobiografía en la que trabaja. Leopoldo María Panero 'Seré un monstruo, pero no estoy loco'

Lo ha escrito él mismo: 'Sólo soy a ratos'. Y, es cierto, hay al menos dos Paneros dentro de Leopoldo María Panero: el que se siente solo y el que dice sentirse acompañado 'por los gremlims', el que sabe de memoria muchos de sus poemas y los teléfonos de sus editores y el que contesta con un lacónico 'no sé', el que no busca más que ser 'una persona normal' y el que se considera la reencarnación de Charles Baudelaire, el que pide voluntariamente su ingreso en un sanatorio y el que clama por salir de él.

El día en que tuvo lugar esta conversación, uno de los tantos Paneros posibles acudió a la recepción del hospital psiquiátrico de Las Palmas escuchando en un walkman a Los Chichos -'me gusta la marcha, la pachanga. También Alban Berg y Stockhausen'- y con una bolsa de tela al hombro de la que a lo largo de las horas fue sacando unas gafas de concha, varias cintas y un puñado de libros, entre ellos, un ejemplar del Locus Solus, de Raymond Roussel, otro de las poesías de Emily Dickinson, traducidas por Silvina Ocampo, y el original ajado de Prueba de vida, la particular autobiografía 'de la muerte' en la que lleva meses trabajando. Una vez en la sala de visitas del sanatorio, Panero se derrumbó en un sillón y sacó uno de los tres paquetes de cigarrillos que llevaba en el bolsillo de la camisa. Salvo a la hora de la comida, nunca dejaría de fumar. Lo hace compulsivamente, sin solución de continuidad, mientras bebe litros de café y coca-cola. 'Hay mucha gente rara en este sanatorio', afirmó nada más llegar. 'Esto parece una mezcla entre el Folies Bergère y el infierno de Dante. Estoy deseando marcharme. Aquí no hacen más que torturarme'.

PREGUNTA. ¿El título de su último libro, Me amarás cuando esté muerto, expresa su estado de ánimo actual?

RESPUESTA. Yo quería ponerle Tango, que es un título que me gusta, pero José Águedo Olivares le puso ése, que me parece de fotonovela.

P. Pero el amor aparece constantemente en sus poemas.

R. No creo ni en el amor ni en los poemas de amor. No hay manera de expresarlo. 'Con tus labios, pero sin decirlo', escribió en su único poema de amor Mallarmé, que dijo también: 'La destrucción fue mi Beatriz'. En mi caso fue igual. No creo en la poesía amorosa porque no creo en la poesía caritativa. Ni siquiera creo en la vida.

P. ¿En qué cree?

R. En la poesía técnicamente bien escrita. En la del propio Mallarmé, por ejemplo. Lo sigo leyendo a diario. Tengo tres ediciones de su obra.

P. ¿Lee poesía española? ¿A sus contemporáneos?

R. A Gimferrer y a Félix de Azúa. Pero, sobre todo, el barroco: Góngora, Quevedo no tanto. Juan de Jáuregui, los Argensola, el conde de Villamediana. ¿Del siglo XX? Una gota de Cernuda y una gota de Lorca. De Lorca me gustan sobre todo los Sonetos del amor oscuro, y nada Poeta en Nueva York. De los posteriores me gustan Gil de Biedma y Claudio Rodríguez. No me gusta nada Valente. Murió ¿verdad? Lo que me gusta de verdad es la poesía norteamericana moderna (cummings, Allan Tate, Marianne Moore...), pero no la poesía beat (Ferlingetti, y todos esos). No me gusta la poesía conversacional. Hay dos líneas en la poesía norteamericana: una que viene de Whitman (coloquial y prosaica) y otra que viene de Poe (esteticista y perfecta). Ésta es la que me interesa a mí.

P. En su último libro, la poesía es a la vez la pura vida y la enemiga de la vida. ¿Es la salvación o es la condena?

R. Aquí dentro es la única esperanza. Escribir es todo lo que se puede hacer en un manicomio. Aquí te das cuenta de que Kafka es un escritor realista. Como Beckett, del que un loco me ha robado los poemas. La suya es una escritura inhumana. De todos modos, después de Pound en poesía y de Joyce en novela -y eso que los poemas que intercala en el Ulises son muy cursis- se ha terminado la literatura y sólo queda un libro por interpretar: el Apocalipsis. Todo lenguaje es un sistema de citas. Toda escritura es palimpsesto. Pero la única esperanza.

P. ¿Sigue pensando que la poesía demuestra que la locura existe?

R. Yo seré un monstruo, pero no estoy loco.

P. ¿Por qué dice eso?

R. Porque me veo monstruoso. Aplasto los cigarrillos en el suelo, como si fueran niños.

P. ¿Existe, pues, la locura?

R. La locura existe, no así su curación. Al contrario de lo que se piensa, lo malo es el consciente, no el inconsciente. Como decía Rousseau, el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que lo vuelve monstruoso.

P. Es muy crítico con la psiquiatría.

R. La psiquiatría es una estafa. La psiquiatría delira. Eso lo demostró perfectamente Foucault en su historia de la locura, que es un estudio metodológico de la psiquiatría como delirio. Los manicomios, las cárceles y los cuarteles son lugares de privación de la vida. Los manicomios son el Estado de no-derecho, por eso para mí salir de aquí cada día es como el descendimiento de la cruz. Por la noche vuelven a clavarme.

P. Pero podría marcharse si quisiera.

R. He pedido el alta mil veces. Yo no quiero estar aquí. Nadie se ahorca con sombrero, como decía Gérard de Nerval. Aquí odian el pensamiento, como en toda España. Por eso delirar y soñar es una defensa. Y por eso para 'curarte' se empeñan en quitarte las fantasías.

P. ¿Cree que es una muestra en miniatura de la sociedad?

R. La locura, en los países occidentales, no es que esté perseguida, es que está prohibida. Por eso también las sospechas que hay sobre el ocultismo, porque está prohibida la fantasía. En los barrios obreros, la locura está más tolerada que en los barrios burgueses porque no hay censura. Como en el campo, donde el tonto del pueblo no es una bestia aparte. Aquí se persigue al loco porque invade el territorio de la gente. Los niños son los únicos locos tolerados. Pero como decía Blake, si el loco persevera en su locura termina siendo sabio.

P. ¿Por qué cita constantemente?

R. Para ser escuchado y creído. Y no desoído sistemáticamente, como siempre.

P. ¿Está cansado de que le consideren un maldito?

R. Harto. Lo he dicho muchas veces: que no usen mi torpe biografía para juzgarme. Todo ese rollo vendrá de que tiene morbo que esté en un manicomio, digo yo. Estoy harto de los malditos, harto de ser el loco, harto de ser Leopoldo María Panero. Quiero ser un hombre común. Si me dieran el Nobel haría un discurso en inglés titulado Against Spain, Contra España. Y me iría a vivir a París.

P. ¿Tampoco se siente entendido por sus críticos y sus biógrafos?

R. No me gusta la crítica. Además, de esos libros yo no he visto ni un duro. Como decía Yeats en su poema The Scholars: '¿Qué habrían hecho si hubieran encontrado a su Catulo?'.

P. ¿Por eso ha decidido escribir su propia autobiografía?

R. Mi autobiografía se llama Prueba de vida porque en Barcelona los Caballeros de Cristo Rey intentaron matarme, o sea, probarme. Es lo más cruel que haya escrito nunca, me he vuelto medio loco escribiéndola, aunque un editor me dijo que hable de mis amigos. Ni que esto fuera Corazón, de Edmundo d'Amicis. Como si fuera mi diario.

P. ¿Nunca ha escrito un diario?

R. De niño. De pequeño yo era autista, como Einstein, y pensaba que el mundo había sido hecho para mi mal. A los cuatro años, como no sabía escribir, le dictaba poemas a mi madre: 'Y mi corazón temblaba / pero era un sueño / y fueron muriendo muchos soldados de la guardia del Rey / pero mi corazón seguía temblando'. Eran poemas perfectos, como de Wallace Stevens. A Dámaso Alonso le gustaron mucho. Mis padres estaban aterrorizados.

P. ¿Fue un niño feliz?

R. La época más feliz de mi vida fue la de los novísimos, que fue un invento de Gimferrer. Sí, aquellos años, cuando conocí a Gimferrer y a Ignacio Prat. Lo malo vino con un intento de suicidio. Estaba en una pensión de Barcelona y entró la señora de la casa, me vio con las pastillas al lado y me dijo: '¿Pero es que va usted a hacer lo mismo que Marilyn Monroe?'. Me fui a la calle y en la puerta me encontraron en coma. Luego empezó toda esta historia de los manicomios, que me destruyeron más que la bebida.

P. ¿Habla en la autobiografía de su militancia antifranquista?

R. Me metí en el PCE en sexto de bachillerato. Llevaba a casa la cartera llena de libros de estética marxista.

P. ¿Cómo cree que ha evolucionado la democracia en España?

R. Es una tragedia de una horrorosa sordidez en la que al proletariado, tras 40 años sin ideología, no le queda más que la picaresca. Eso es España. Éste es un país de sudorosos obsesionados con el fútbol y con los toros por culpa de la represión sexual. Son tan machos...

P. ¿Sigue la política? ¿Lee la prensa?

R. Los periódicos en España han tenido que elegir entre la locura y la verdad, y tanto los que han elegido una cosa como la otra han elegido bien, porque las dos se parecen mucho. ¿Qué es la verdad? Ésa es la pregunta de Pilatos en la Biblia, que es el libro sagrado de los españoles que no lo han leído. El único malestar en la cultura y la única revolución posible es la de la locura, que debiera ser un cambio y no un trastorno en la percepción.

P. ¿Todavía cree en la revolución?

R. Hay que replantearse la revolución. Hay que incluir a las mujeres y a los homosexuales. Más que cambiar el mundo, como decía Marx, hay que cambiar la vida, como decía Rimbaud. Hay que ir a una micropolítica de situación. Esto lo sabían perfectamente Guy Debord y los situacionistas. Hay que cambiar la manera de percibir el mundo.

P. ¿Ni la poesía ni la filosofía han ayudado a ese cambio?

R. De la filosofía, y de la religión, me interesa Spinoza. Heidegger es muy simplón. De los modernos, Deleuze, que se suicidó por no ser viejo, como Paul y Laura Lafargue, la hija de Marx.

P. ¿Usted tiene miedo de envejecer?

R. No me da miedo, pero no me gusta nada. Un joven piensa como un dios, un viejo, como un miserable. Aunque la juventud, lo dice Villon citando el Eclesiastés, no es más que abuso e ignorancia.


El hombre solo

'VIVO DENTRO de la fantasía paranoica del fin del mundo y no sólo no quiero salir de ella, sino que pretendo que los demás entren en ella', escribió Leopoldo María Panero (Madrid, 1948) en 1970 en su poética para la mítica antología de José María Castellet Nueve novísimos poetas españoles (Península). Treinta años después, Panero es el loco oficial de la literatura española, un papel en el que él parece sentirse incómodamente a gusto, como con todos los tópicos que le han ido cayendo encima: el último poeta, el primer tabú de la literatura española... De sus editores y de los directores de las películas en las que ha participado -El desencanto (1976), de Jaime Chávarri, y Después de tantos años (1994), del desaparecido Ricardo Franco- se queja porque cree que le estafan, y de sus hermanos y compañeros de generación, porque dice que lo han dejado solo: 'Más solo que yo, imposible'. El día de la entrevista, tenía la esperanza de que el Nobel concedido finalmente a V. S. Naipaul fuera a parar a él. Esa misma mañana fue al banco, en Las Palmas, y se aseguró de que sus libros estaban en algunas librerías. Curiosamente, la compulsión de su escritura ha hecho que sus recientes Poesías completas (Visor) hayan quedado instantáneamente desbordadas por dos nuevos títulos: Águila contra el hombre. Poemas para un suicidamiento (Valdemar) y Me amarás cuando esté muerto (Lumen), escrito en colaboración con José Águedo Olivares, con el que publicará en febrero ¿Quién soy yo? Apuntes para una poesía sin autor (Pre-Textos) y con el que ha roto ya toda relación. A lo largo de la conversación, Panero insiste en que quiere volver a participar en Crónicas marcianas: 'Eran cien mil y el viaje en avión a Barcelona. Pon también que puedo hacer un anuncio de Coca-Cola: 'El monstruo bebe coca-cola, glup, glup'. De cuando en cuando se queda callado largo rato y enseguida vuelve a hablar de Cristo y del Anticristo, su tema comodín. 'La clave de mi adición-reducción teosófica es 35, la misma que la de Jesucristo. La cifra suma 8, el número que tumbado es el signo del infinito'. Ha seguido las últimas noticias y no cree que Bin Laden encarne el mal absoluto. Tampoco lo tiene claro. Luego lanza una teoría maquiavélica sobre la CIA y la guerra. Finalmente musita: 'Tengo miedo'. J. R. M.

sábado, 5 de junio de 2010

Es cierto

Es cierto que este mundo en que nos falta el aire
Sólo inspira en nosotros un asco manifiesto,
Un deseo de huir sin esperar ya nada,
Y no leemos más los títulos del diario.

Queremos regresar a la antigua morada
Donde el ala de un ángel cubría a nuestros padres,
Queremos recobrar esa moral extraña
Que hasta el postrer instante santifica la vida.

Queremos algo como una fidelidad,
Como una imbricación de dulces dependencias,
Algo que sobrepase la vida y la contenga;
No podemos vivir ya sin la eternidad.

de Michel Houellebecq

Aquí

No sé cómo será en otras partes
pero aquí en la tierra hay bastante de todo.
Aquí se fabrican sillas y tristezas,
tijeras, violines, ternura, transistores,
diques, bromas, tazas.
Puede que en otro sitio haya más de todo,
pero por algún motivo no hay pinturas,
cinescopios, empanadillas, pañuelos para las lágrimas.
Aquí hay un sinfín de lugares con sus alrededores.
Algunos te pueden gustar especialmente,
puedes llamarlos a tu manera,
y librarlos del mal.

Puede que en otro sitio haya lugares así,
aunque nadie los encuentra bonitos.

Quizá como en ningún sitio, o en pocos sitios,
aquí tengas un torso separado
y con él los instrumentos necesarios
para añadir los propios a los niños de otros.
Y además brazos, piernas y una cabeza sorprendida.

La ignorancia tiene aquí mucho trabajo,
todo el tiempo cuenta, compara, mide,
saca de ello conclusiones y raíces cuadradas.
Ya, ya sé lo que estás pensando.
Aquí no hay nada duradero,
porque desde siempre hasta siempre está en manos de los elementos.
Pero date cuenta: los elementos se cansan rápido
y a veces tienen que descansar mucho
hasta la próxima vez.

Y sé qué más estas pensando.
Guerras, guerras, guerras.
Pero incluso entre las guerras a veces hay pausas.
Firmes -la gente es mala.
Descansen- la gente es buena.
A la voz de firmes se produce devastación.
A la voz de descansen se construyen casas sin descanso
y rápidamente se habitan.

La vida en la tierra sale bastante barata.
Por los sueños, por ejemplo, no se paga un céntimo.
Por las ilusiones, sólo cuando se pierden.
Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo.

Y por si fuera poco,
giras sin billete en un carrusel de planetas
y junto a éste, de gorra, en un torbellino de galaxias,
en unos tiempos tan vertiginosos
que nada aquí en la Tierra llega ni siquiera a moverse.

Porque mira bien:
la mesa está donde estaba,
en la mesa una carta, colocada como estaba,
a través de la ventana un soplo solamente de aire,
y en las paredes ninguna terrorífica fisura
por la que el viento te lleve a ninguna parte.

De Wislawa Szymborska

viernes, 4 de junio de 2010

Manantial

No sé dónde el reloj se detuvo
a contemplarnos,
en qué páramo,
en qué sitio desolado nos desnuda,
nos baña con escombros
en este manantial que es la tristeza.

Amanezco en tu sueño, casi diáfana,
descubro que el tiempo no acepta la desdicha.

de Estrella del Valle

Acerca del país de donde venimos

Vamos, hablemos
Acerca del país de donde venimos.
Yo vengo del verano,
Es una patria frágil
A la que cualquier hoja,
Cayendo, la puede extinguir.
Y el cielo esta tan lleno de estrellas
Que a veces cuelgan hasta el suelo,
Y si te acercas, escuchas como la hierba
Hace cosquillas a las estrellas que ríen,
Y son tantas las flores,
Que los ojos duelen
Deslumbrados por el sol,
Y los redondos soles cuelgan
De cada árbol;
De donde vengo yo,
Sólo falta la muerte
Y es tanta la felicidad
Que es como para dormirse.

de Ana Blandiana

Un mar, un mar es lo que necesito

Un mar, un mar es lo que necesito.
Un mar y no otra cosa, no otra cosa.
Lo demás es pequeño, insuficiente, pobre.
Un mar, un mar es lo que necesito.
No una montaña, un río, un cielo.
No. Nada, nada,
únicamente un mar.
Tampoco quiero flores, manos,
ni un corazón que me consuele.
No quiero un corazón
a cambio de otro corazón.
No quiero que me hablen de amor
a cambio del amor.
Yo sólo quiero un mar:
yo sólo necesito un mar.
Un agua de distancia,
un agua que no escape,
un agua misericordiosa
en que lavar mi corazón
y dejarlo a su orilla
para que sea empujado por sus olas,
lamido por su lengua de sal
que cicatriza heridas.
Un mar, un mar del que ser cómplice.
Un mar al que contarle todo.
Un mar, creedme, necesito un mar,
un mar donde llorar a mares
y que nadie lo note.

de Francisca Aguirre

El compás roto

Pero esta noche el capitán, borracho
de ron y de silencios,
me deja la memoria a la deriva,
y este viento civil entre los árboles
me sabe amar, me sabe a mar colérico en los mástiles,
a memoria morosa en las heridas,
a norte y sur de rosa de los tiempos.

de Gilberto Owen

La poesía


la poesía, en cierto sentido, es una máquina orgánica: (esto es, quiero decir, rigurosamente fisiológica):
(que exige un mantenimiento vigilado,
cautelosamente controlado): (es como hacer las revisiones, al auto: incluso si,
como no? existe la tarea de los nueve años críticos, para la revisión: yo me conformo,
personalmente hablando, con los nueve meses de gestante clásica): (la lubricación
de la versificación es decisiva, comoquiera: del motor, de la piel, aún del condón):
pero
ves, ídolo mío, mi carburante de oro, mi tesoro: mi aceite poético eres tú:

de Edoardo Sanguinetti