El menor de los Panero, el escritor sin libros, el bufón de la familia al que le tocó el papel más difícil -decir la verdad dulcificada con humor, entre risas y sornas-, falleció en Astorga (León) unos días después de recibir en su casa a CORDEL DE EXTRAVIADOS. Quiso que su último testimonio, que se ha ido publicando fragmentariamente en revistas como INTERVIU o periódicos como CANARIAS 7, quedara reflejado de esta manera y por ello recibió a dos periodistas y a una cineasta que no conocía de nada y que le acompañaron en sus últimos momentos. A Elba Martínez le permitió tomarle unos últimos planos, a Lidia García unas fotografías y a mi me acepotó la grabadora, su generosidad durante esos días -y noches- fue conmovedora: tenía ganas de hablar y así lo hizo, se privó de pocas cosas a lo largo de su existencia. Su vida concluyó con un trazo sutil y sin alharacas sobre sus dos grandes pasiones: la literatura y el cine, materia ésta última sobre la que se ha realizado una interesante tesis doctoral en la Universidad Complutense a cargo de Jorge García López. Repasando las cintas grabadas afloran partes de la conversación nunca publicadas. Este es un extracto de ellas.
¿Tienes esperanzas de mejorar tu estado?
- No hay, no. Quizás todo se deba a que estoy un poco espeso y ahora busco culpables, pero tambien es verdad que lo estoy llevando con un mínimo de pudor porque podría exhibir la negrura de como se ha portado la gente conmigo en Madrid y en todas partes. Salvo para Enrique Vila-Matas y cuatro más, yo estoy muerto.
¿Y la salud de España? Suele decir que era verdad eso de lo que presumía Franco: "todo queda atado y bien atado".
- Sí, sabía lo que hablaba porque conocía al pueblo español. Para estar cuarenta años gobernando hace falta, aparte de policía y ejército, saber como funciona ese pueblo. Este pueblo es una mierda, no nos engañemos. Y no lo digo yo, lo dice su literatura que debería ser su espejo, o las memorias de Azaña o el exilio… Yo que conocí tanto a la gente del exilio, trabajé tanto con ellos en radio… Eran una desesperación. Los que volvieron cuando se murió Franco, ¡con que ilusión lo hacían!, ¡y lo que se encontraron!…: este país es despiadado. Y para nada, porque se puede ser despiadado como Robespierre. Pero no, es despiadado por incultura y por falta de sensibilidad y lo demás son máscaras y caretas, como Almodóvar y tantos otros. Almodóvar es muy paradigmático porque lo ves ahora y no es nada, son chistes de revista del Paralelo, la misma "movida" no es nada. Lo cual te demuestra que en este país si tiras una piedra a un escaparate ya eres Bakunin. Yo no debería estar así.
Recuerdo que cuando fui al rodaje de una película de mi amigo Gonzalo Herralde, con Marta Moriarty, al pasar por el Ampurdán nos paramos porque vimos ¡a Tejero! Estaba en una huerta, con un sombrerito de paja y con una regadera. Era un jubilado del golpismo y se le veía feliz como una perdiz. El general Franco se lo hubiera cargado a los dos minutos. Es un país disparatado… disparatado.
Quizás peor que la persecución sea el olvido…
- Sí, el olvido con que muere en esos sanatorios la gente con sida, gente de 20 años, habiéndoles enseñado a leer… El olvido en el que se sumían ellos mismos y sus familias era dolorosísimo. Y eso ahora y hace diez años. Es increíble. Es un país despiadado. Miedo al olvido: yo puedo llamar a gente, llamarlos ahora por teléfono, a dos o tres amigos… pero es que me jode. Me jode oir "!el pobre Michi, que se está muriendo!". Me jode.
¿Siguen siendo los Panero unos malditos?
- Yo creo que hemos vivido, por regla general y al menos en mi caso, como creía, aunque con una vida llena de errores, como todo el mundo, y de irregularidad, para mi desgracia. Se veía venir ya desde que rodé El Desencanto. A mi El Desencanto me cuesta Astorga, que era mi vida. Esa casa era mi vida, pero la dejé conscientemente, y creo que en la vida hay cosas que hay que hacer, por que si no ¿para qué puñetas…? ¿para seguir vivo? Mi padre tenía poemas muy bonitos y poemas malísimos, como todo el mundo.
¿Admite ser un escritor sin libros?
- Me dan muchisima pereza los libros. Así son las memorias de mi familia, incluídas las de mi madre. Para eso hice las películas: me las inventé. Y yo diría mucha más verdad en las películas, si se busca, que en cualquier libro. En una familia como la mía, de la que te guste o no, se ha leído tanto… se conoce a mucha gente…, en fin, tantas biografías, se acaba por ser mimético, es inevitable. Hombre, Paquirrín no se parece a su padre, pero yo creo que no, que se le echa más literatura a lo que tu dices que a lo que en realidad dices, la gente busca dobles y triples sentidos y no existe ningún manuscrito dentro de la botella, sólo hay líquido.
Tambien dice que Juan Luis y Leopoldo "reniegan de la familia porque ninguno la tiene".
- Eso es una cosa que descubrí porque yo soy muy ingenuo. Por eso me gustaría escribir algo que no fuera televisión, sino retratos de gente. He conocido a la generación de mi padre, de mi madre, de mis hermanos y a la mía: son cinco. Más la generación del 27, a la que he tratado mucho más, inexplicablemente. Podría explicar un poco cómo es la gente, que no son sus memorias. He leído recientemente las memorias de Jaime Salinas y por eso no escribo, a no ser que tuviera mucha necesidad de dinero… y no sé para qué.
He leído mucho sobre el suicidio, mucho. Y mas aún: quise editar una colección de libros que era bonita: escritores, actores y pintores suicidas, que su biografía fuera la mitad del libro y la otra mitad su obra. La colección se titulaba "El Dios Salvaje", que es como llamaban los aztecas al Dios del suicidio, que no lo elegían. Me miraron todo rarísimo: "!Como vas a hacer una colección de muertos y de suicidas!". ¡Y eso me lo decían en un país tan escatológico como éste, donde les encanta! Yo miro el suicidio de una forma muy diferente a la de mis hermanos.
Afirma que todo ser humano ha tenido más cerca o más lejos un suicidio por lo que nadie debería hablar de ello como algo tan ajeno…
- Que yo sepa sí. Y es un asunto que hay que afrontar además con absoluta sinceridad y frialdad. Si yo tuviera que estar así dos años más yo no vivo. O si me hubiera quedado en una silla de ruedas. No me compensa. Si cada vez me falla una cosa, un órgano… No me compensa. La vida no es ni de lejos tan hermosa como para vivir solamente de su retórica y de buenos sentimientos: En navidades, que es cuando más explotan este tipo de reflexiones y a mí me ocurrió en las últimas, siempre lo pienso. Lo he pasado muy mal en mi vida y los últimos quince años han sido un infierno, viviendo en montones de casas… Y recuerdo pasar un fin de año completamente sólo en un piso repugnante en Madrid, sin luz porque me la habían cortado. Y aquel día de fin de año sentí que lo que me faltaba es valor. Y oportunidad, porque me tenía que tirar de un segundo piso y cabía la posibilidad de que no me rompiera nada, y tampoco tenía pastillas. ¡Era tan tétrico...! La vida invivible que yo estoy viviendo no es ni justa para mí ni para los demás, sobre todo para mí. Y no digamos mis 25 sanatorios, que se dice pronto.
¿Cómo es su evolución física?
Lo que sí he notado desde el último verano que pasé tan malo, es que he perdido muchísima movilidad. Me iba paseando hasta la quinta coña, iba a comer a los restaurantes que me gustan…
¿Qué influencia ha tenido la política en su vida y en la de su familia?
- Yo sigo votando a la izquierda, entre comillas, que hay en España, y he sido militante del partido socialista, si eso es izquierda, que ahora lo dudo. Pero claro, hablar en este país de política suena dantesco. Como ahora casi todo. No he tenido militancias más activas como Leopoldo o en menor medida Juan Luis, pues yo militaba sólo porque los conocía y me caían bien. De Aznar mis referencias son inexistentes, lo mejor que puede hacer es irse y desaparecer para siempre. Es un señor de estos que da la burocracia española de provincias cada tanto, y da muchísimos, inspectores de hacienda, registradores, funcionarios… y cuyo resultado siempre es lamentable. Y no es que Zapatero me parezca un rey en Polonia sino que Aznar me parece lamentable, todo esto que ha hecho ahora con los americanos es de juicio de Nuremberg. Sólo por lo de Irak, Aznar tendría que estar en el tribunal de La Haya, o por lo menos dimitido y olvidado. La política en España es siempre sota, caballo y rey. Ahora soy muy amigo de Juanjo, el alcalde de Astorga, que es socialista.
¿De veras no cree ya en nada?
- Siempre se cree en algo, y yo siempre que me quedo sólo creo que me voy a curar. Era Scott Fitzgerald quien decía que hay que saber que la cosa no tiene solución y sin embargo seguir luchando por ella. La felicidad se disfruta en los momentos en que tienes salud. Yo empecé con un brazo roto, no le dí importancia, me metieron un clavo…. Y no he parado. Y cuando me vine a Astorga lo hice para olvidarme de todo. Pero nunca he creído en la religión. En ese sentido, una de las grandes liberaciones que le debo a mi madre o a mi padre es que Leopoldo y yo estudiáramos en el Liceo italiano, el único sitio donde no te mareaban con esa historia. Y yo la recuerdo como la época más feliz de mi vida, no sé Leopoldo. Él dice que lo mejor que recuerda es la cárcel, pero es mentira: en la cárcel estaba siempre llorando. Si la vida tuviera un mínimo de sentido lo justo sería que al llegar a una cierta edad o cuando viniera una enfermedad desagradable, tuvieras por lo menos la opción de decir: bueno, adiós. Una muerte dulce, dormirte con cinco pastillas y adiós. Esta crucifixión de hospitales, médicos… es una auténtica obra de brujería.
Ha hablado de sexo ¿qué valor le ha concedido en su vida? ¿se considera heterosexual o bisexual?
- Me considero heterosexual, eso de entrada, me he casado dos veces, para mi desgracia, y he tenido más amantes de las que pude disfrutar. Mi sexo está bien cuando funciona, como todo. Y cuando crece te lo crees -cuando te lo crees- como te crees el amor, la comida, el alcohol o la literatura. Yo creí más en el amor, pero a lo mejor me he equivocado.
Su entonces amigo de juventud que a veces menciona en las películas, Vicente Molina Foix, se declara homosexual, eso indica que al menos no tiene prejuicios…
- Vicente Molina Foix es un homosexual declarado porque es muy mal escritor. Si Vicente hubiera sido un escritor cojonudo no sería un homosexual declarado. Como escritor es nefasto. Vicente era una especie de brazo articulado que había en mi casa. A mí me presentó a mucha gente y estuvo aquí, en Astorga. El éxito literario cambia hasta el concepto de "glorias sexuales". Un ejemplo: Javier Marías, mi mejor amigo durante años. Para él, la literatura es todo, tan es así que ha creado una editorial para sus amigos. De todas formas en mi generación existe poca gente que me guste o admire. Por unos u otros motivos me gustaba mucho Soledad Puértolas, que es muy amiga mía. Yo le hice su primera crítica en El Independiente. Pero es todo muy cutre, es un poco como la tertulia de José Luis Garci, ese nivel de oficinista. España es sólo un nombre, España ha muerto… Quizás yo lo vea ya desde el punto de vista del moribundo, ojalá, porque te juro que no tengo muchas ganas de vivir. Y de los tiempos en que yo entraba en mi apartamento con Lucía Bosé, que era mi amante, y el portero me decía: "a esa hay que cogerle las peras" hasta llegar a este pisito de habitaciones vacías, llega un momento en que la vida pierde su gracia. Y eso que he tenido suerte, pues hay otra gente que se murió más o menos joven como Jaime Gil o Claudio Rodríguez que son, cada uno en su estilo, los dos mejores poetas de su generación. Y llevaron unas vidas perras tambien, osea que tampoco… Aquí hay que ser feliz con cualquier cosa y el que pretende subvertir lo cutre lo paga caro. Aquí o te estrellas o te estrellan. Si bebes, porque bebes y si te drogas, porque te drogas. He conocido a gente sanísima morirse en veinte minutos, pero si eres un vicioso no te perdonan.
¿Por qué mantiene que los intentos de suicidio de su hermano Juan Luis han sido algo postizos?
- Porque lo son, uno no se suicida quemando sus poemas y luego resulta que lo que había quemado era una copia y había dejado bien guardado el original. O tomándose dos tubos de optalidón. Si uno quiere suicidarse lo tiene facilísimo, abres esa ventana y te tiras, no te salva ni la caridad. Claro que si caes encima de un bar de putas o de una vieja…
Era a los quince años precisamente cuando decía que su padre le tenía miedo y pavor a su hermano Leopoldo María ¿por qué?
- Porque ya de niño tenía un carácter endiablado. Mi padre murió en 1962 cuando Leopoldo tenía 13 años. Entonces decía "no quiero hacer esto" y era capaz de encerrarse en una habitación tres días sin comer, sin llorar y sin pedir nada. Y eso, una persona como mi padre, no lo entendía. Claro que al pobre Juan Luis, con el que yo podré tener mis más o mis menos, tampoco lo entendía mucho, a la menor ocasión lo mandó a un colegio interno y luego a casa de la abuela. Tiene gracia que "el poeta de la familia", como le llaman, a la hora de la verdad la quería de lejos. Quizás en la última etapa de su vida la quiso más, pero claro, esa etapa duró sólo tres años. Supongo que eso tambien da cierta idea del mundo cerrado que eran los Panero en Astorga: nuevos ricos, masones, un poco fuera del pueblo. A papá le intimidaba mucho la familia, pero no soy quién para juzgar.
Dice que hay días en que envidia la locura porque para poco le sirva la lucidez: sólo para constatar la soledad.
- Básicamente sí, lo mantengo. Tambien hay gente idiota y feliz pero ser lúcido no es un buen negocio, sobre todo en este país, aunque en ninguno tampoco. No creo que sea muy feliz Stephen Hawking con su enfermedad, a pesar de sus agujeros negros. Me he estado muriendo dos veces, pero muriendo, muriendo, y no por suicidio: sales con mucho apego a la vida. O miedo, porque te han explicado lo de la lucecita y el túnel. Pero la vida en determinadas circunstancias no tiene sentido. Tiene poco sentido generalmente, y en mi caso ninguno. Me había hecho un montón de ilusiones, que la casa de los Panero en Astorga funcionaba, poder ocuparme de algo que no fuera escribir cuatro artículos idiotas. Y eso como última solución que me dejara satisfecho ante una serie de historias. ¿La lectura? La lectura le queda a Leopoldo, y jugar a lo literario, con esa inconsciencia que te da la locura, entre comillas. Pero yo a Leopoldo le he visto llorar mucho y sufrir en Las Palmas. Y eso no es nada justo, generalmente. Incluso esto en la vida literaria es muy mezquino. Leopoldo no tiene el sitio que debería tener por el simple hecho de estar en un manicomio, como si castigaran a Holderlin o a Lautremont. Se le mira raro y se dice que está muy bien en un manicomio. Y es posible que sea mucho más cómodo, pero se le sugiere que no hable de literatura, que hable de lo que quiera, de la comodidad y del confort de los psiquiátricos, pero no de literatura.
Juan Luis asegura que empezó a dialogar con su madre, Felicidad Blanch, prácticamente con 21 años ¿Era usted o Leopoldo María el preferido de ella o el cariño se repartía por igual?
- Yo era el menos querido porque era el más pequeño. Leopoldo era la mala conciencia porque ella pensaba que como había tenido una hermana loca, podía haber transmitido una herencia genética en Leopoldo. Y Juan Luis es un mundo aparte del que no podría decirte nada, me lleva nueve años por lo menos. Cuando se murió mi padre, Juan Luis fue para mi madre la liberación, aunque muy relativa: salir por la noche no es ninguna liberación, sobre todo cuando has tenido un marido que te ha hecho perder la personalidad. Pero no quiero juzgar más a mi familia porque yo ya he hecho mis dos películas y ahí están. Creo que El Desencanto en su momento fue un acierto, no sólo para mí, sino para bastante gente a la que ayudó mucho. La otra, Después de tantos años, fue una idea equivocada de Ricardo, con toda la buena voluntad del mundo, pero El Desencanto quedará por los siglos. Y esa sensación me ha ocurrido viéndola pasados los años, con gente muy distinta, mexicanos que conocían un poco la historia…(tose, un largo silencio) Perdona, pero cuando hablo tanto tiempo… Y menos mal que dicto los artículos, porque si hubiera trabajado en la radio o la televisión iba de culo… De todas formas mientras este país no vea la luz y no libere sus fantasmas de hipocresía, no lea más y sea más culto de verdad, en el sentido helenístico o humanístico de la palabra, nada cambiará. No va a seguir Aznar pero ahí deja a Rajoy.
Algunos han querido ver en las ironías y quejas de su madre en El Desencanto y en su libro Espejo de sombras acerca de la perenne compañía de Luis Rosales una relación más allá de la amistad…
- No, era una relación de amigote y de puteros, una heterosexualidad llevada al machismo ¡Hombre, por dios! ¡Y en Luis no digamos! Nada. Simplemente era que mi padre, igual que no podía prescindir de sus hermanas astorganas tampoco podía prescindir de sus amigotes. Y cuando se va de luna de miel viene a Astorga con todos ellos. No hay ningún misterio, en la literatura española hay muy poco misterio, eso te lo digo yo. Y en la historia sexual de esa literatura, ninguno. Si oyeras las cintas con aquellas entrevistas que les hice en Radio Nacional a los miembros de la Generación del 27 comprobarías que están plagadas de mentiras. Y mienten con un pie en el estribo. El sexo ha sido muy cutre, y lo sigue siendo, en la literatura española. De todas formas lo peor es que a mi generación le toca vivir ahora la España más cutre, todos esos escándalos que cuando los leo son de risa, como el de Dimas Martín. En eso mi amigo Claudio Rizzo y yo estábamos de acuerdo, aparte de que nos reíamos mucho. En España para suicidarse hay que hacerlo de otro modo, pero llega un momento que cuando no te funciona nada, lo mejor es decirle simplemente adiós a la vida. Y más si no crees en nada, y yo para colmo no es que no crea en nada, es que no creo en la medicina. Y eso es jodido porque vas a un quirófano…inmolado