el camino
Y de dónde crees que vienes?"
Preguntaba el viejo al verme marchar
Muerto de hambre y sed
"Si no tienes rumbo
Chico, estás perdido"
Yo le respondí "voy hacia el sol
Y vengo del camino"
martes, 26 de enero de 2010
Poemas de Georges Bataille #1
(...)
la locura alada mi locura
desgarra la inmesidad
y la inmensidad me desgarra
estoy solo
hombres ciegos leerán estas líneas
en interminables túneles
caigo en la inmensidad
que cae en sí misma
más negra que mi muerte
el sol es negro
la belleza de los seres es el fondo de las cuevas un grito
de la noche absoluta
lo que ama en la luz
el estremecimiento que la hiela
es el deseo de la noche
(...)
Eres el horror...
Eres el horror de la noche
te amo como se agoniza
eres débil como la muerte.
Te amo como se delira
sabes que mi cabeza muere
eres la inmensidad, el miedo.
Eres bella como matar es bello
con le corazón desmesurado me ahogo
tu viente está desnudo como la noche.
Véndame los ojos...
Véndame los ojos
amo la noche
mi corazón es negro.
Empújame a la noche
todo es falso
sufro.
El mundo huele a muerte
los pájaros vuelan con los ojos reventados
eres sombría como un cielo negro.
Mi locura y mi miedo...
Mi locura y mi miedo
tienen grandes ojos muertos
la fijeza de la fiebre
lo que mira en esos ojos
es la nada del universo
mis ojos son ciegos cielos
en mi impenetrable noche
está gritando lo imposible
todo se desploma
Baudelaire las letanías de Satán
Oh tú, el Angel más bello y asimismo el más sabio
Dios privado de suerte y ayuno de alabanzas,
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Príncipe del exilio, a quien perjudicaron,
Y que, vencido, aún te alzas con más fuerza,
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú que todo lo sabes, oh gran rey subterráneo,
Familiar curandero de la angustia del hombre,
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú, que incluso al leproso y a los parias más bajos
Sólo por amor muestras el gusto del Edén,
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Oh tú, que de la Muerte, tu vieja y firme amante,
Engendras la Esperanza - ¡esa adorable loca!
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú que das al proscrito esa altiva mirada
Que en torno del cadalso condena a un pueblo entero
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú sabes las guaridas donde en tierras lejanas
El celoso Dios guarda toda su pedrería,
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú, cuyos claros ojos, saben en qué arsenales
Amortajado el pueblo duerme de los metales,
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú, cuya larga mano disimula el abismo
Al sonámbulo errante sobre los edificios,
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú que, mágicamente, ablandas la osamenta
Del borracho caído al pie de los caballos,
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú, que por consolar al débil ser que sufre
A mezclar nos enseñas azufre con salitre,
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú que imprimes tu marca, ¡oh cómplice sutil!
En la frente del Creso vil e inmisericorde
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Tú, que en el corazón de las putas enciendes
El culto por las llagas y el amor a los trapos
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Báculo de exiliados, lámpara de inventores,
Confidente de ahorcados y de conspiradores,
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Padre adoptivo de aquellos que, en su cólera,
Del paraíso terrestre arrojó Dios un día,
¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Oración
Gloria y alabanza a Tí, Satán, en las alturas
del Cielo, donde una vez reinaste y en las profundidades
del Infierno, donde, vencido, sueñas en silencio!
¡Haz que mi alma un día, bajo el Árbol de la Ciencia,
cerca de Tí repose, en la hora en que de tu frente
como un Templo nuevo sus ramajes se extenderán!
Abel y Caín
I
Raza de Abel, duerme, bebe y come;
Dios te sonríe complaciente.
Raza de Caín, en el fango
Arrástrate y muere miserablemente.
¡Raza de Abel, tu sacrificio
Halaga la nariz de Serafín!
Raza de Caín, tu suplicio,
¿Tendrá alguna vez fin?
Raza de Abel, ve tus sembrados
Y tus ganados crecer;
Raza de Caín, tus entrañas
Aúllan hambrientas como un viejo can.
Raza de Abel, calienta tu vientre
En el hogar patriarcal;
Raza de Caín, en tu antro
Tiembla de frío, ¡pobre chacal!
¡Raza de Abel, ama y pulula!
Tu oro también procrea.
Raza de Caín, corazón ardiente,
Guárdate de esos grandes apetitos.
¡Raza de Abel, tú creces y paces
Como las mariquitas de los bosques!
Raza de Caín, sobre los caminos
Arrastra tu prole hasta acorralarla.
II
¡Ah, raza de Abel, tu carroña
Abonará el suelo humeante!
Raza de Caín, tu quehacer
No se cumple suficientemente;
Raza de Abel, he aquí tu vergüenza:
¡El hierro vencido por el venablo!
¡Raza de Caín, al cielo trepa,
Y sobre la tierra arroja a Dios!
El amor y el cráneo
Viñeta antigua
El amor está sentado en el cráneo
de la Humanidad,
y desde este trono, el profano
de risa desvergonzada,
sopla alegremente redondas pompas
que suben en el aire,
como para alcanzar los mundos
en el corazón del éter.
El globo luminoso y frágil
toma un gran impulso,
estalla y exhala su alma delicada,
como un sueño de oro.
Y oigo el cráneo a cada burbuja
rogar y gemir:
-Este juego feroz y ridículo,
¿cuándo acabará?
Pues lo que tu boca crueles
parce en el aire,
monstruo asesino, es mi cerebro,
¡mi sangre y mi carne!
Alegoría
Es hermosa mujer, de buena figura,
que arrastra en el vino su cabellera.
Las garras del amor, los venenos del garito,
todo resbala y se embota en su piel de granito.
Se ríe de la Muerte y desprecia la Lujuria,
y ambas, que todo inmolan a su ferocidad,
han respetado siempre en su juego salvaje,
de ese cuerpo firme y derecho la ruda majestad.
Anda como una diosa y reposa como una sultana;
tiene por el placer una fe mahometana,
y en sus brazos abiertos que llenan sus senos
atrae con la mirada a toda la raza humana.
Ella cree, ella sabe, ¡doncella infecunda!,
necesaria no obstante a la marcha del mundo,
que la belleza del cuerpo es sublime don,
que de toda infamia asegura el perdón.
Ignora el infierno igual que el purgatorio,
y cuando llegue la hora de entrar en la noche negra,
mirará de la Muerte el rostro,
como un recién nacido, sin odio ni remordimiento
martes, 19 de enero de 2010
Las chicas: ni me quieren, ni las quiero, ni me quiero (Vol. III)
Hay muchas ciudades que me gustan. Me gustan porque no las conozco. Tal vez no debería visitarlas nunca.
Hay muchas chicas a las que odio. Las odio porque las conozco. También hay otras que no conozco. Pero también las odio. Tal vez debería amarlas
antes
de que ardan
en el infierno.
De Carlos Madrid.
sábado, 16 de enero de 2010
Amiga a la que amo...
Que se detenga el tiempo sin tocarte;
que no te quite el manto
de la perfecta juventud. Inmóvil
junto a tu cuerpo de muchacha dulce
quede, al hallarte, el tiempo.
Si tu hermosura ha sido
la llave del amor, si tu hermosura
con el amor me ha dado
la certidumbre de la dicha,
la compañía sin dolor, el vuelo,
guárdate hermosa, joven siempre.
No quiero ni pensar lo que tendría
de soledad mi corazón necesitado,
si la vejez dañina, prejuiciosa
cargara en ti la mano,
y mordiera tu piel, desvencijara
tus dientes, y la música
que mueves, al moverte, deshiciera.
Guárdame siempre en la delicia
de tus dientes parejos, de tus ojos,
de tus olores buenos,
de tus brazos que me enseñas
cuando a solas conmigo te has quedado
desnuda toda, en sombras,
sin más luz que la tuya,
porque tu cuerpo alumbra cuando amas,
más tierna tú que las pequeñas flores
con que te adorno a veces.
Guárdame en la alegría de mirarte
ir y venir en ritmo, caminando
y, al caminar, meciéndote
como si regresaras de la llave del agua
llevando un cántaro en el hombro.
Y cuando me haga viejo,
y engorde y quede calvo, no te apiades
de mis ojos hinchados, de mis dientes
postizos, de las canas que me salgan
por la nariz. Aléjame,
no te apiades, destiérrame, te pido;
hermosa entonces, joven como ahora,
no me ames: recuérdame
tal como fui al cantarte, cuando era
yo tu voz y tu escudo,
y estabas sola, y te sirvió mi mano.
De Rubén Bonifaz Nuño
Tú duermes, ya lo sé...
Te estoy velando.
No importa que estés lejos,
que no escuche
tu cadencia en la sombra;
no importa que no pueda
pasar mi mano sobre tu cabeza,
tus sienes y tus hombros.
Yo estoy velando, siempre.
No importa que no pueda acurrucarme
para que tú me envuelvas sin saberlo,
para que tú me abraces sin sentirlo,
para que me retengas
mientras yo tiemblo y digo simplemente
palabras que no escuchas.
Yo puedo estar tan lejos
pero sigo velando cuando duermes.
De Julia Prilutzky Farny
El más bello de los mares...
es aquel que no hemos visto.
La más linda criatura
todavía no ha nacido.
Nuestros días más hermosos
aún no los hemos vivido.
Y lo mejor de todo aquello que tengo que decirte
todavía no lo he dicho.
De Nazim Hikmet
Reinvención
reinventada.
Va el sol por los campos
y pasea su dorada mano
Por las aguas, por las hojas...
¡Ah, todo burbujas
que brotan de hondas piscinas
de ilusión… -nada jamás.
Ah, todo burbujas.
Pero la vida, la vida, la vida
la vida sólo es posible reinventada.
Viene la luna, viene, retira
las cadenas de mis brazos.
Me proyecto por espacios
llenos de tu figura.
Sola, equilibrada en el tiempo,
me desprendo del vaivén
que más allá del tiempo me lleva.
Sola, en la tiniebla
permanezco: recibida y dada.
Porque la vida, la vida, la vida,
la vida sólo es posible
reinventada.
De Cecília Meireles
Ceremonia solitaria en compañía de tu cuerpo
De carne penetro me hundo
Entre tu lengua y tu mirada pura
Primero con mis ojos
Con mi corazón con mis labios
Luego con mi soledad
Con mis huesos con mi glande
Entro y salgo de tu cuerpo
Como si fuera un espejo
Atravieso pelos y quejidos
No sé cuál es tu piel y cuál la mía
Cuál mi esqueleto y cuál el tuyo
Tu sangre brilla en mis arterias
Semejante a un lucero
Mis brazos y tus brazos son los brazos
De una estrella que se multiplica
Y que nos llena de ternura
Somos un animal que se enamora
Mitad ceniza mitad latido
Un puñado de tierra que respira
De incandescentes materias
Que jadean y que gozan
Y que jamás reposan.
De Jorge Eduardo Eielson
sábado, 9 de enero de 2010
despues de tantos años (fragmento)
leopoldo maria panero "A solas"
“El sufrimiento es la vida entera, todos somos máquinas de sufrir”
“La injusticia mayor es estar loco”
“Creo que el infierno es la única realidad de la existencia”
“A pesar de todo, quiero vivir. Si no soy Jesucristo, soy Leopoldo María Panero, y me van a matar”
“La vida es un cuento de brujas”
“Me he convertido en un hombre malo”
“He pasado del malditismo a una fase pacífica con la amargura como única sed, por la soledad, joder…"
“Me gustaría morirme borracho en Tánger”
la noche
LA NOCHE / 1
No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.
LA NOCHE / 2
Arránqueme, Señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desdúdeme.
LA NOCHE / 3
Yo me duermo a la orilla de una mujer: yo me duermo a la orilla de un abismo.
LA NOCHE / 4
Me desprendo del abrazo, salgo a la calle.
En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna.
La luna tiene dos noches de edad.
Yo, una.
Un poema de eduardo galeano
Espantapájaros Poema I
No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! —y en esto soy irreductible— no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue —y no otra— la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres.
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. “¡María Luisa! ¡María Luisa!”... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Qué voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.
Oliverio Girondo
martes, 5 de enero de 2010
politica de hechos consumados
Ignacio González Vegas (Gijón, 1974), más conocido como Nacho Vegas, es músico de
rock. Estudió Filología Española en la Universidad de Oviedo. Después de formar parte
de varías bandas comenzó a publicar discos en solitario. Los álbumes Actos inexplicables
(2001), Cajas de música difíciles de parar (2003) y Desaparezca aquí (2005), todos
editados por Limbo Starr, son algunos de ellos, así como los epés Miedo al zumbido de
¡os mosquitos (2002) y Canciones desde palacio (2003) y el mini álbum Esto no es una
salida (2005). Ha colaborado puntualmente con distintos medios impresos como El
Mundo, Ladinamo, Les Noticies o GQ, y participó con un relato en el libro Canciones
Contadas (Editorial Km. I, 2001).
Política de hechos consumados, conjunto de textos de diversa forma y naturaleza, es su
primer libro.
HUIDA
Esta mañana en la calle alguien parecía sonreírme.
Cuando me acerqué todo lo que vi en su cara fue una mueca.
Me di la vuelta y eché a correr En el camino
incluso las ratas, chillonas, se reían a mi paso.
Sólo cuando me detuve a encender un fuego supe calmarme
(y aun entonces hubiera jurado que aquella persona sonreía).
Me limité a arder hasta apagarme.
VOCES
La familia está reunida en el salón
y yo escucho sus voces sin atreverme a entrar
en la casa. Hablan de la muerte
y la discusión se mezcla con el sonido
de la televisión. "Nunca le he dedicado
un solo pensamiento a la hora de mi muerte",'
miente una de las voces. "Pero no se trata
de pensar, sino de tu último deseo."
"Bien, en ese caso nunca le he dedicado
un solo deseo a mi muerte."
Hoy he amanecido con la noticia
del fallecimiento de un pariente lejano,
un hombre al que ni siquiera conocía.
Ahora es tarde y a nadie le apetece ir
al tanatorio, pero todos hablan de la muerte.
El calor húmedo atrae a los mosquitos.
Una tarde como cualquier otra
para conversar acerca de esto y de aquello.
"...lo único que pido es que me quemen..."
"...me producen claustrofobia..."
"...pero será en contra de mi voluntad..."
Pero esto último no sé si proviene
del televisor o es una de las voces
de la casa.
LA OÍ LLEGAR
Yo la oí llegar.
Las paredes de este edificio son de papel.
Dormía cuando me despertaron los gritos
en el piso de al lado. La muerte
había venido de visita.
Casi sentí su roce,
el rastro gélido a su paso.
Yo estaba cerca, pero eligió
la habitación contigua.
La de la mujer de derechas que siempre
habla del gobierno en el ascensor.
La del hombre con la cadena de plata al cuello
y el peinado perfecto. Al que le cuesta respirar
cada vez que sube los escalones del portal.
Ella gritaba el nombre de su marido
con voz rota
pero él no le respondía, ni nadie.
Yo no tardé mucho en volver a dormirme
y al amanecer reinaba de nuevo el silencio.
"¿Qué pasó con el hombre que.,.?
"¿Y qué hizo la mujer que...?"
No preguntes porque nadie te dirá una palabra.
Todos tienen tanto miedo de que les suceda a ellos
que te llevarás una hostia si lo mencionas siquiera.
Pero atiéndeme bien, yo dormía muy cerca.
Yo estaba allí, ¿comprendes?
Y la oí llegar.
#1#
Para una persona con una esmerada conciencia de si misma, el
insomnio es, oh paradoja, la mayor de las pesadillas.
Pero hay algo que hace preferible las pesadillas al insomnio, como
hay algo que hace preferible el sueño a la vigilia.
De aquellas sólo somos conscientes cuando salimos de ellas,
cuando despertamos: sensación de alivio.
La vida, sin embargo, no admite alivio de si misma, a no ser que
optemos por utilizar drogas bien fuertes.
No me digan que su vida es una pesadilla porque les acusaré de
ligereza.
La vida es más un vastísimo y doloroso Insomnio.
#2#
Amaneceres secos y enfermos. Días en los que tanto espero, Noches de bolsillos rotos.
En la ventana, una lechuza inmóvil en el dintel.
Con ojos redondos y amarillos me mira, ulula, desaparece.
INUNDACIÓN
Esta noche en la que algo anega mi pecho
y puja por salir, una pareja de moscas
revolotea alrededor de la bombilla encendida.
Incluso ellas parecen saber mejor lo que quieren.
Pero una tropieza con la bombilla y al instante
cae fulminada. Vale. Decidiré y al día siguiente
cambiaré mi decisión. Seguiré siendo joven durante
un tiempo, y comeré si es que estoy hambriento.
Os querré a todos, y para ello me cuestionaré
a mí mismo si es necesario. Os desearé
y volveré a reafirmarme en vuestro nombre.
¡Juro que sólo haré aquellas cosas que tenga que hacer!
Y amaré tanto, que si amara solamente un poco más
estaríamos hablando de canibalismo.
NUEVA SERONDA
Es asombrosa la fuerza
con la que !a lluvia golpea el cristal de la ventana:
una multitud que aplaude.
Me inclino en decorosa reverencia ante la ovación
desde dentro, desde la seguridad relativa.
Con la llegada del otoño un frió húmedo
se instala poco a poco: en la ropa, en las sábanas.
En la carne y, finalmente, en los huesos.
Nos acostumbraremos, nos acostumbraremos.
Y como el sargento despidiéndose de Esmé,
trataremos de mantener intactas nuestras aptitudes.
In...tac...tas.
Afuera, la mar emite su murmullo eterno
y mi palabra favorita es INEXTIRPABLE.
LLAMADAS
Hoy ha vuelto a llamar.
Quería saber de mi porque hacía
tanto tiempo que no hablábamos, dijo.
Y sin embargo, me había llamado la semana
anterior. Pero quería contarme
cómo le había ido en los últimos días.
Me dijo que se había liado con uno que
le pasaba cocaína pero que iba a dejarlo.
El sábado le abrieron a un tío la cabeza
en los baños de un bar, y fue por su culpa.
Pero odio esta clase de cosas, me dijo.
Me dijo que la depresión le había durado
hasta hoy mismo y que se comía
las pastillas como caramelos para la garganta.
Todavía te quiero, me dijo. ¿La quería yo a ella
aunque sólo fuera un poquito? Ya sabes que sí, dije.
Vivimos en ciudades diferentes y
cuando colgamos celebro que esté tan lejos,
aunque un día pueda ser a ella a quien le rompan
la cabeza en unos baños. Pero su voz permanece
unos minutos rebotando en las paredes de mi memoria.
Que nunca llame más.
EN EL 13
Desde este sitio puedo ver la calle a través de la luna de cristal. El sol del mediodía
parece arrebatarle la sombra a las cosas, que palidecen como descoloridas por el paso del
tiempo. Pero los coches relucen, y la gente camina con paso rápido. Allá afuera, un niño
de unos diez años hace muecas y gesticula con la cara pegada al cristal y el ceño
fruncido, mirando hacia mí. Una mujer de mediana edad, que hasta ahora le arreglaba el
cuello de la camisa a otro niño más pequeño, se dirige hacia mi observador. Lo agarra por
el brazo y le da un bofetón y una sacudida -lo que ella cree que se merece. El niño rompe
a llorar, arrugando todo el rostro. Una mujer mayor acaba de entrar en la cafetería. Va
con el brazo extendido, y pide "un duro pequeño". Con pasos cortos se aproxima hasta la
barra. El camarero dice "no hay duro pequeño", y ella da media vuelta y sale. Cuando me
doy cuenta, el niño vuelve a estar enfrente de mí haciendo muecas a través del cristal. Lo
miro, miro a la vieja marchar calle abajo lentamente, luego vuelvo a mirarlo. Me quedo
así durante un rato. ¿Qué aspecto tendrá a los cuarenta?
CONGELADOS
Fuimos congelados
por voluntad propia
según dicen.
Hubo un fallo en la máquina;
se pudrió el silencio.
Es más;
envejecimos.
(Fue larga nuestra ausencia.)
¡Hagámosle frente a nuestra política de incomprensibles hechos consumados!
¿Somos nosotros
o es el mundo el que ha cambiado?
¡No respondas! Canturrea, canturrea conmigo: "Ya no estoy callado, tralará, ahora estoy
vació."
bueno, el libro tiene mucho mas material, pero eso lo tendran que descubrir ustedes.
Muerte en el olvido
porque tu me imaginas.
Soy alto porque tu me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
oscuro, torpe, malo
el que la habita."
Muerte en el olvido, Ángel González
sábado, 2 de enero de 2010
alta traicion
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques, desiertos, fortalezas,
una ciudad deshecha, gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
- y tres o cuatro ríos.
No me Preguntes Cómo Pasa el Tiempo (1964-1968).
De josé Emilio Pacheco.
viernes, 1 de enero de 2010
Desfigurada apenas
Buenos días tristeza.
Estás inscrita en las líneas del techo.
Estás inscrita en los ojos que amo.
Tú no eres exactamente la miseria,
pues los más pobres labios te denuncian
por una sonrisa.
Buenos días tristeza.
Amor de los cuerpos amables,
potencia del amor ,
cuya amabilidad surge
como un monstruo incorpóreo.
Cabeza sin punta,
tristeza bello rostro.
Los ríos metafísicos...
poema surrealista de Paul Éluard