el camino

"¿Adónde te crees que vas
Y de dónde crees que vienes?"
Preguntaba el viejo al verme marchar
Muerto de hambre y sed
"Si no tienes rumbo
Chico, estás perdido"
Yo le respondí "voy hacia el sol
Y vengo del camino"

martes, 5 de enero de 2010

politica de hechos consumados

Bien, ahora dejare algunos relatos que vienen en este primer libro de Nacho Vegas, Aunque en realidad en el blog ya hay algunos relatos de este libro en la entrada del angel simon, que explica el por que de la cancion, pero ahora dejo una serie de pequeños relatos:

Politica de hechos consumados

NACHO VEGAS

Ignacio González Vegas (Gijón, 1974), más conocido como Nacho Vegas, es músico de
rock. Estudió Filología Española en la Universidad de Oviedo. Después de formar parte
de varías bandas comenzó a publicar discos en solitario. Los álbumes Actos inexplicables
(2001), Cajas de música difíciles de parar (2003) y Desaparezca aquí (2005), todos
editados por Limbo Starr, son algunos de ellos, así como los epés Miedo al zumbido de
¡os mosquitos (2002) y Canciones desde palacio (2003) y el mini álbum Esto no es una
salida (2005). Ha colaborado puntualmente con distintos medios impresos como El
Mundo, Ladinamo, Les Noticies o GQ, y participó con un relato en el libro Canciones
Contadas (Editorial Km. I, 2001).
Política de hechos consumados, conjunto de textos de diversa forma y naturaleza, es su
primer libro.

HUIDA
Esta mañana en la calle alguien parecía sonreírme.
Cuando me acerqué todo lo que vi en su cara fue una mueca.
Me di la vuelta y eché a correr En el camino
incluso las ratas, chillonas, se reían a mi paso.
Sólo cuando me detuve a encender un fuego supe calmarme
(y aun entonces hubiera jurado que aquella persona sonreía).
Me limité a arder hasta apagarme.

VOCES
La familia está reunida en el salón
y yo escucho sus voces sin atreverme a entrar
en la casa. Hablan de la muerte
y la discusión se mezcla con el sonido
de la televisión. "Nunca le he dedicado
un solo pensamiento a la hora de mi muerte",'
miente una de las voces. "Pero no se trata
de pensar, sino de tu último deseo."
"Bien, en ese caso nunca le he dedicado
un solo deseo a mi muerte."
Hoy he amanecido con la noticia
del fallecimiento de un pariente lejano,
un hombre al que ni siquiera conocía.
Ahora es tarde y a nadie le apetece ir
al tanatorio, pero todos hablan de la muerte.
El calor húmedo atrae a los mosquitos.
Una tarde como cualquier otra
para conversar acerca de esto y de aquello.
"...lo único que pido es que me quemen..."
"...me producen claustrofobia..."
"...pero será en contra de mi voluntad..."
Pero esto último no sé si proviene
del televisor o es una de las voces
de la casa.

LA OÍ LLEGAR
Yo la oí llegar.
Las paredes de este edificio son de papel.
Dormía cuando me despertaron los gritos
en el piso de al lado. La muerte
había venido de visita.
Casi sentí su roce,
el rastro gélido a su paso.
Yo estaba cerca, pero eligió
la habitación contigua.
La de la mujer de derechas que siempre
habla del gobierno en el ascensor.
La del hombre con la cadena de plata al cuello
y el peinado perfecto. Al que le cuesta respirar
cada vez que sube los escalones del portal.
Ella gritaba el nombre de su marido
con voz rota
pero él no le respondía, ni nadie.
Yo no tardé mucho en volver a dormirme
y al amanecer reinaba de nuevo el silencio.
"¿Qué pasó con el hombre que.,.?
"¿Y qué hizo la mujer que...?"
No preguntes porque nadie te dirá una palabra.
Todos tienen tanto miedo de que les suceda a ellos
que te llevarás una hostia si lo mencionas siquiera.
Pero atiéndeme bien, yo dormía muy cerca.
Yo estaba allí, ¿comprendes?
Y la oí llegar.

#1#
Para una persona con una esmerada conciencia de si misma, el
insomnio es, oh paradoja, la mayor de las pesadillas.
Pero hay algo que hace preferible las pesadillas al insomnio, como
hay algo que hace preferible el sueño a la vigilia.
De aquellas sólo somos conscientes cuando salimos de ellas,
cuando despertamos: sensación de alivio.
La vida, sin embargo, no admite alivio de si misma, a no ser que
optemos por utilizar drogas bien fuertes.
No me digan que su vida es una pesadilla porque les acusaré de
ligereza.
La vida es más un vastísimo y doloroso Insomnio.

#2#
Amaneceres secos y enfermos. Días en los que tanto espero, Noches de bolsillos rotos.
En la ventana, una lechuza inmóvil en el dintel.
Con ojos redondos y amarillos me mira, ulula, desaparece.

INUNDACIÓN
Esta noche en la que algo anega mi pecho
y puja por salir, una pareja de moscas
revolotea alrededor de la bombilla encendida.
Incluso ellas parecen saber mejor lo que quieren.
Pero una tropieza con la bombilla y al instante
cae fulminada. Vale. Decidiré y al día siguiente
cambiaré mi decisión. Seguiré siendo joven durante
un tiempo, y comeré si es que estoy hambriento.
Os querré a todos, y para ello me cuestionaré
a mí mismo si es necesario. Os desearé
y volveré a reafirmarme en vuestro nombre.
¡Juro que sólo haré aquellas cosas que tenga que hacer!
Y amaré tanto, que si amara solamente un poco más
estaríamos hablando de canibalismo.

NUEVA SERONDA
Es asombrosa la fuerza
con la que !a lluvia golpea el cristal de la ventana:
una multitud que aplaude.
Me inclino en decorosa reverencia ante la ovación
desde dentro, desde la seguridad relativa.
Con la llegada del otoño un frió húmedo
se instala poco a poco: en la ropa, en las sábanas.
En la carne y, finalmente, en los huesos.
Nos acostumbraremos, nos acostumbraremos.
Y como el sargento despidiéndose de Esmé,
trataremos de mantener intactas nuestras aptitudes.
In...tac...tas.
Afuera, la mar emite su murmullo eterno
y mi palabra favorita es INEXTIRPABLE.

LLAMADAS
Hoy ha vuelto a llamar.
Quería saber de mi porque hacía
tanto tiempo que no hablábamos, dijo.
Y sin embargo, me había llamado la semana
anterior. Pero quería contarme
cómo le había ido en los últimos días.
Me dijo que se había liado con uno que
le pasaba cocaína pero que iba a dejarlo.
El sábado le abrieron a un tío la cabeza
en los baños de un bar, y fue por su culpa.
Pero odio esta clase de cosas, me dijo.
Me dijo que la depresión le había durado
hasta hoy mismo y que se comía
las pastillas como caramelos para la garganta.
Todavía te quiero, me dijo. ¿La quería yo a ella
aunque sólo fuera un poquito? Ya sabes que sí, dije.
Vivimos en ciudades diferentes y
cuando colgamos celebro que esté tan lejos,
aunque un día pueda ser a ella a quien le rompan
la cabeza en unos baños. Pero su voz permanece
unos minutos rebotando en las paredes de mi memoria.
Que nunca llame más.

EN EL 13
Desde este sitio puedo ver la calle a través de la luna de cristal. El sol del mediodía
parece arrebatarle la sombra a las cosas, que palidecen como descoloridas por el paso del
tiempo. Pero los coches relucen, y la gente camina con paso rápido. Allá afuera, un niño
de unos diez años hace muecas y gesticula con la cara pegada al cristal y el ceño
fruncido, mirando hacia mí. Una mujer de mediana edad, que hasta ahora le arreglaba el
cuello de la camisa a otro niño más pequeño, se dirige hacia mi observador. Lo agarra por
el brazo y le da un bofetón y una sacudida -lo que ella cree que se merece. El niño rompe
a llorar, arrugando todo el rostro. Una mujer mayor acaba de entrar en la cafetería. Va
con el brazo extendido, y pide "un duro pequeño". Con pasos cortos se aproxima hasta la
barra. El camarero dice "no hay duro pequeño", y ella da media vuelta y sale. Cuando me
doy cuenta, el niño vuelve a estar enfrente de mí haciendo muecas a través del cristal. Lo
miro, miro a la vieja marchar calle abajo lentamente, luego vuelvo a mirarlo. Me quedo
así durante un rato. ¿Qué aspecto tendrá a los cuarenta?

CONGELADOS
Fuimos congelados
por voluntad propia
según dicen.
Hubo un fallo en la máquina;
se pudrió el silencio.
Es más;
envejecimos.
(Fue larga nuestra ausencia.)
¡Hagámosle frente a nuestra política de incomprensibles hechos consumados!
¿Somos nosotros
o es el mundo el que ha cambiado?
¡No respondas! Canturrea, canturrea conmigo: "Ya no estoy callado, tralará, ahora estoy
vació."

bueno, el libro tiene mucho mas material, pero eso lo tendran que descubrir ustedes.

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