Cuenta una antigua leyenda china que en una ocasión el maestro le quiso enseñar a su discípulo la diferencia entre el cielo y el infierno.
Le condujo a un lugar donde había una enorme montaña de arroz, cocinado y listo para servir de alimento. A su alrededor, había cientos de personas hambrientas, pálidas y demacradas, que tenían en sus manos palos de dos y tres metros de largo. Llegaban a coger el arroz, pero no se lo podían llevar a la boca debido a la longitud de los palillos. Era un terrible sufrimiento tener delante el arroz sin poder comerlo.
A continuación, el maestro condujo al discípulo a otro lugar donde había una enorme montaña de arroz, cocinado y listo para servir como alimento. A su alrededor, había cientos de personas felices y llenas de vitalidad, que tenían en sus manos palos de dos y tres metros de largo. Llegaban a coger el arroz, pero, en vez de intentar inutilmente llevarselo a su propia boca, llevaban el arroz a la boca de las personas que tenían a su alrededor. Así todos quedaban saciados y felices en una gran comunión fraterna.
(Anonimo)
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