No sé dónde el reloj se detuvo
a contemplarnos,
en qué páramo,
en qué sitio desolado nos desnuda,
nos baña con escombros
en este manantial que es la tristeza.
Amanezco en tu sueño, casi diáfana,
descubro que el tiempo no acepta la desdicha.
de Estrella del Valle
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