el camino

"¿Adónde te crees que vas
Y de dónde crees que vienes?"
Preguntaba el viejo al verme marchar
Muerto de hambre y sed
"Si no tienes rumbo
Chico, estás perdido"
Yo le respondí "voy hacia el sol
Y vengo del camino"

domingo, 20 de diciembre de 2009

FRANCOIS VILLÓN

Poeta de ladrones y prostitutas

Primero Estudiante y maestro de la Soborna, luego ladrón, asesino y condenado a muerte, Francois Villón, feo y pobre, “seco y negro como escoba de horno”, es sobre todo un poeta sin ilusiones, descarnado, autor de poemas que nos llevan de viaje por los burdeles, cementerios, tabernas y barrios bajos del París de la edad media.

Nace en 1431. En 1455, a los 24 años, mata de una pedrada a un clérigo. En 1456 participa en un robo de 500 escudos de oro al Colegio de Navarra. En 1460 está preso en Orleáns. Al parecer es liberado, porque vuelve a caer preso en 1462, por otro robo, y es condenado a la horca. Escribe una balada pidiendo clemencia, y la pena de muerte se le permuta por el destierro. Escribe otra balada para agradecer el perdón y para solicitar se le concedan 3 días de estancia en la ciudad para arreglar sus asuntos. Desde 1463, los documentos de la época dejan de mencionarlo, y Villón desaparece. Se desconocen la fecha y circunstancias de su muerte.

Vivo, no careció de cierta fama: Mencionamos ya que una de sus baladas influyó para salvarle de la soga. Ganó en algunos torneos de poesía. Muerto, se le considera el mejor poeta francés del medioevo.

En una cuarteta el poeta se presenta y resume su vida:

Yo soy Francois, aunque no quiera,
nacido en París, de Pontoise cerca,
y en el extremo de una cuerda
sabrá mi cuello lo que mi culo pesa.

En su aparente tosquedad, esta cuarteta puede dar una idea de los juegos de palabras que hay en sus poemas. “Francois” -Francisco, diría un español- es su nombre, pero en el idioma del autor significa a la vez francés. También hace un retruécano de importancia entre dos zonas geográficas: Para que sepan donde queda París, dice que está cerca de Pontoise, pero Pontoise es una zona tan pequeña, que muy pocos, aún en París, la conocen.

EL LEGADO

Antes de desaparecer deja dos poemas largos: El Legado y El Testamento. El Legado lo escribe a punto de abandonar París, según el poema, para curarse de un mal de amor, según la historia, para huir de ser encarcelado. Imitando la redacción notarial de los testamentos (repite, por ejemplo, la fórmula ítem, común en aquella época a esos documentos), “da” en burla, como si fuera caballero adinerado, cosas que no le pertenecen ni tuvo nunca: regala a sus amigos distintos monumentos y edificios celebres de París, guantes y capas de seda, bosques.... a alguno le lega “las guayabas de un naranjo”, a otro “una oca podrida, los hijos de un capón bien cebado, y dos pleitos, para que no engorde mucho”. Juega con nombres de comercios: a uno le deja un “Rubí” -nombre de una tienda-, a otro le deja una “Linterna” -nombre de un prostíbulo-, etc. Como caballero noble, no se olvida de legar parte de su herencia para obras de caridad:

Ítem, dejo a los hospitales
las telarañas de mis ventanas,
y a los enfermos, un puñetazo en cada ojo,
a cada uno, que tiemblen flacos, peludos,
y llenos de mocos, helados y empapados.

Ítem, dejo a mi barbero
mis pelos cortados, y a mi zapatero,
mis zapatos viejos, y a mi ropavejero,
mis ropas tal como estén cuando me abandonen.

Ítem, dejo a los mendicantes,
a las hijas de dios y a los párrocos
sendas cascaras de huevo
llenas de francos y escudos viejos.
Los carmelitas cabalgan a nuestras vecinas,
pero eso es lo de menos.

EL TESTAMENTO VILLÓN

El Testamento es su obra más importante. En él vuelve a hacer parodia de la jerga burocrática, y vuelve a dejar la mitad de París a sus conocidos, pero también dedica algunas baladas a distintas personas. El poema se convierte así en una especie de recopilación de su obra poética. Junto al humor, hay grave patetismo y duro realismo.

A continuación, dos baladas que Villón dedicó en su testamento a una novia de tan fina alcurnia como el autor y a un envidioso, respectivamente, así como su Epitafio en forma de balada, que compuso para él y sus compañeros de robo cuando se veía a unos pasos de la muerte y esperaba el momento de ser colgado.

En estos poemas Villón hace varios juegos de palabras, a veces difíciles de captar para nuestra época. Cuando dice “por su amor ciño escudo y daga”, hace burla de los romances de caballeros andantes que dedican sus triunfos a princesas hermosas. Los Envíos con que remata sus baladas son parodia de otros que los poetas de la época dedican a príncipes, caciques y otras personas dizque importantes. Si Villón se burla de esta zalamera costumbre, también demuestra que es capaz de usarla en su provecho, e incluso de superarla: en su Epitafio, el Envío no va a ningún poder terrenal, sino al mismo Jesucristo.



BALADAS
FRANCOIS VILLÓN


BALADA DE LA GORDA MARGOT

Si Amo y sirvo a mi señora de buen corazón,
¿me tendréis por vil o tonto?
Ella tiene en sí virtudes para un gusto sutil.
Por su amor ciño escudo y daga;
cuando vienen gentes, corro y tomo una jarra
y me voy discretamente, sin hacer gran ruido;
les sirvo agua, queso, pan y fruta.
Si pagan bien, les digo bene stat,
cuando estén en celo, vuelvan a visitarnos,
en este burdel donde trabajamos.

Pero hay gran enfado
cuando Margot va a acostarse sin dinero;
no la puedo ver, mi corazón la odia a muerte.
Tomo su vestido, su cinturón y su camisa,
le juró que lo tendré en pago.
A los lados se me agarra: “¡es el anticristo!”,
grita y jura por la muerte de Jesucristo
que no será así. Empuño entonces un trozo de lo que sea
y sobre la nariz le dejo un escrito,
en este burdel donde trabajamos.

Después se hace la paz y me suelta un gran pedo,
más gordo que un escarabajo venenoso.
Riendo me pone la mano sobre la cabeza,
“¡go, go!” me dice, y me golpea el muslo...
borrachos los dos, dormimos como un zueco.
Al despertar, cuando le suena el vientre,
se monta sobre mí, para que no estropee su fruto.
Gimo bajo ella, que me deja más liso que una tabla;
con tantos excesos me agota
en este burdel donde trabajamos.

(ENVÍO)
Haga viento, granice, hiele, tengo mi pan cocido.
Soy lujurioso, la lujuria me persigue.
¿Qué vale más?, cada uno imita al otro.
Ambos son equivalentes; a mala rata, mal gato.
Nos gusta la suciedad, la suciedad nos colma.
Huimos del honor, el honor nos rehuye,
en este burdel donde trabajamos.



BALADA A LOS ENVIDIOSOS

En rejalgar, en arsénico de roca;
en oropimiente, en salitre y cal viva;
en plomo hirviendo, para consumirlas mejor;
en hollín y pez empapados de lejía
hecha de excrementos y orines de judía;
en agua que ha lavado las piernas de leprosos;
en raspaduras de pies y calzados viejos;
en sangre de culebra y medicinas venenosas;
en hiel de lobo, de zorro y de tejón,
sean fritas esas lenguas envidiosas.

En sesos de gato que odia pescar,
negro, tan viejo que no tenga un diente en las encías;
de un viejo mastín, que vale igual de caro,
rabioso, en la baba y saliva;
en la espuma de una mula asmática
bien troceada con buenas tijeras;
en agua en que las ratas zambullen morros y hocicos,
igual que ranas, sapos y alimañas peligrosas,
serpientes, lagartos y otros nobles pájaros,
sean fritas esas lenguas envidiosas.

En sublimado, peligroso de tocar;
y sobre el ombligo de una culebra viva;
en sangre que se ve seca en las bacías
de los barberos, cuando llega la luna llena
y que una parte es negra, y la otra, más verde que cebollino;
en pupas y tumores y en los sucios compuestos
donde las nodrizas aclaran sus paños;
en los enjuagues de muchachas amorosas
(quien no me entiende no ha visto burdeles),
sean fritas esas lenguas envidiosas.

(ENVÍO)
Príncipe, colocad estos sabrosos trozos,
si no tenéis estameña, saco o tamiz,
en el fondo de unas bragas sucias;
pero antes, en excremento de cerdo,
sean fritas esas lenguas envidiosas.


EPITAFIO EN FORMA DE BALADA

(Que compuso Villón esperando ser ahorcado
junto a sus compañeros por sus fechorías)

Hermanos humanos que viviréis tras nuestra muerte,
no tengáis contra nosotros endurecido el corazón.
Y si se compadecen de nosotros, infelices,
Dios premiará vuestra consideración.
Vednos suspendidos aquí a cinco, a seis,
y la carne, que tan a menudo alimentamos,
está siendo consumida en pedazos y se pudre,
y nosotros, los huesos, convertidos en ceniza y polvo.
¡Que nadie se burle de nuestra desgracia,
mejor rogad a Dios que se digne perdonarnos!

La lluvia nos ha mojado y lavado,
el sol, desecado y ennegrecido
los pies, las rodillas: tenemos los ojos hundidos
que nos han cavado urracas y cuervos,
y tenemos arrancada la barba y las cejas.
Nunca permanecemos quietos;
de acá para allá, igual que el viento varía,
así, a su placer, sin cesar nos agita.
Más picoteados por las aves que un dedal.
¡No os hagáis de nuestra cofradía,
mejor rogad a Dios que se digne perdonarnos!

(ENVÍO)
¡Señor Jesús, que dominas sobre todo,
evita que Lucifer se apodere de nosotros:
a él nada queremos devolver ni pagar.
¡Hombres, no os burléis de todo esto,
mejor rogad a Dios que se digne perdonarnos!

El testamento de Francois villon

Ítem, mi titulo
Ganado en la universidad
Lo dejo por renuncia.
Como seguro de adversidad
A los pobres clérigos de esta ciudad
En este consignados
La caridad a ello me incita;
Y naturaleza, al verbos tan desnudos.

Le dejo mi biblioteca
Y la obra El pedo del diablo
Que mease Guy Tabarie
Copió, y es hombre muy cabal;
En cuadernos que están bajo mi mesa;
Y aunque esta escrito con descuido
Tan interesante es su materia
Que compensa sus muchísimos defectos.

Ítem, que los criados y sirvientas
De buenas casas (no me afecta)
Hagan tartas, flanes y pasteles de queso
Y grandes festines a media noche
(Igual dan siete que ocho pintas de vino)
Hasta que duerman el señor y la señora,
Y después cuidando no hacer ruido
Les sugiero que jueguen el juego de los burros.

Ítem, a las doncellas
Que tienen padres, madres y tías,
Por mi alma, no puedo darles nada
Pues todo se lo he dado a las criadas
Pero para dejarlas con contento
Le vendrían bien unas tajadas
A esas pobres mozas que
Se perderían por .

Ítem, nada dejo a los Niños Encontrados;
Yo debo consolar a los perdidos.
Iremos a buscarlos
Sin duda a casa de Marion ,
Y una lección de mi escuela
Les leeré, será muy corta:
Que no sean tercos ni insensatos.
Escúchenla, por que es la ultima.

Ítem, a mease Jaques James
Que se mata por amasar riquezas,
Le lego a someterse a cuantas hembras
Quiera: mas de casarse, nada.
¿Para quién atesora? ¿Por los suyos?
Hasta le duele lo que come:
Lo que fue de las cerdas, a mi juicio
Pertenece por derecho a los cerditos.

Ítem, ordeno que Sainte Avoye
Y en ningún otro sitio, esté mi sepultura;
Y a fin que todos vean cómo fui,
Sino de carne al menos en pintura,
Que hagan mi retrato,
Pero en tinta, que así no cuesta mucho
¿La tumba? Da lo mismo, no me inquieta,
Y sería mucho peso para el suelo.

Ítem, quiero que junto a mi fosa
Lo que sigue, sin otra añadidura
Sea escrito en gruesas letras.
Y si no hubiera escritorio
Pinten con piedra negra o con carbón,
Pero sin estropear el yeso;
Al menos quedará de mí el recuerdo,
Que merece un buen loco:

[EPITAFIO]

Aquí yace y duerme en alto
Aquel a quien amor mató con su flecha,
Un pobre estudiante
Que se llamo Francois Villon.
Jamás de tierras tuvo un surco.
Todo lo dio, como es sabido:
Mesa y caballetes, pan y cesto.
En nombre de Dios, reciten por él este versículo:

Aquí se cierra el testamento
Del pobre Villon
Cuando oigas el carillón
Vengan a su entierro.
Vengan con rojas vestiduras,
Pues del amor mártir murió:
Lo jura por sus cojones
Al filo de este mundo.
Y les aseguro que no miente;
Peor que un cerdo fue tratado
Por crueles amores,
Y de aquí al Rosellón
No hay material ni zarza
Que no tenga, y no les miento,
Jirones de su sayal,
Cuando ya esta al filo de este mundo.

Créanlo, es cierto:
Sólo andrajos al morir le cubren
Y aún muriéndose, aún siente
El pinchazo del aguijón de los amores,
Más agudo que el hebillón
De un tahalí, clavándosele
(Y es grande maravilla)
Aún estando al filo de este mundo.

Príncipe vistoso como un azor,
Conoce lo último que hizo:
Un largo trago echó de vino
Estando ya en el filo de la muerte.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

retorno

Has muerto tantas veces; nos hemos despedido
en cada muelle,
en cada andén de los desgarramientos,
amor mío, y regresas
con otra faz de flor recién abierta
que no te reconozco hasta que palpo
dentro de mí la antigua cicatriz
en la que deletreo arduamente tu nombre.

amor y tiempo

Recuerda cuando aún desconocías
que la vida no tendría piedad contigo.
Amor y tiempo: el tiempo nos habita
como arena del río que, despacio,
va cambiando la forma de la costa.
El amor, que ha copiado en tu mirada
la claridad de la isla del tesoro.
Sensual, solitaria, rodeada
por la sonora senectud del mar
y gritos militares de gaviotas.
El sueño clandestino de los cincuenta años.

otoño

Las hojas caen como si se marchitaran
en los lejanos jardines del cielo:
caen haciendo un ademán de negación.

Y en las noches cae la grávida tierra
fuera de todas las estrellas, en la soledad.

Todos caemos. Esta mano cae.
Y mira a los otros: la caída está en todos.

Y sin embargo, hay uno
que recoge suavemente, sin fin, todas esas caídas

en sus manos.

METAFÍSICA


Quedo en silencio esperando nada
No es un poema sobre la muerte
Tampoco erótico
El narcisismo nunca me trasmite euforia

Mi ironía es el decorado para una película
Una maqueta
La sala de cine está vacía
Pasaré inadvertido

atenas 1970

En estas calles
La gente camina; la gente
se apresura, tiene prisa
por salir, por irse (¿de qué?),
por llegar (¿dónde?) —Yo no lo sé — no son rostros
—aspiradoras, botes, cajas—
Tienen prisa.

En estas calles, otro tiempo,
ellos han pasado con amplias banderas,
tenían una voz (lo recuerdo, yo la oí),
una voz audible.

Ahora,
caminan, corren, tienen prisa,
una prisa animada—
el tren llega, lo abordan, choca;
luz verde, roja;
el hombre de la puerta atrás del cristal partido;
la prostituta, el soldado, el verdugo;
el muro es gris
más alto que el tiempo.
Ni siquiera las estatuas pueden ver.

viceversa

Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte.
Tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte.
Tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte.
o sea,
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

no hay nada más terrible que demasiado tarde

Existen cosas peores que estar solo pero a menudo lleva décadas darse cuenta y la mayoría de las veces cuando lo haces es demasiado tarde y no hay nada más terrible que demasiado tarde.

Sea lo que sea que puedas o sueñes que puedas, comiénzalo. Atrevimiento posee genio, poder y magia. Comiénzalo ahora.

cuando la mires no lo dudes.... por que el tiempo se va.


Siempre te veo ,
siempre suspiro
siempre me fascínas....
y me enamoro...
Me recuerdo
de lo momentos
bellos y nuestros,
de tus labios,
tus ojos,
tu sonrisa
y me enamoro...
Te pienso desnuda..
recuerdo tu cuerpo...
lo veo claro
y me enamoro...
Recuerdo loqueras...
susurros y entregas
y me enamoro...

la comodidad de lo erratico.

Desde el silencio mordido de la realidad
se escuchan las voces que hurgan
en el vacío de las fábulas.
Algunos hombres pasan
con su deseo acostado
en las huellas de lo que no conocen.
La manera de encontrarse en la costumbre
esconde sus rostros
y aunque no es cierta la luz que sacrifican
el hambre no basta.

Ritual amoroso

"Si el toreo es arte,
el canibalismo es gastronomía"
me dijo aquella chica rubia
-lo único que no recuerdo de ella es su nombre-
en un último esfuerzo para animar la conversación
e intentar evitar mi marcaje a sus piernas.

No recuerdo sobre qué otras cosas hablamos,
tan sólo sé que los dos hicimos cultura aquel día:
ella en principio hizo arte,
yo, más tarde, gastronomía.


José Luis Rendueles Antón. Momentos acotados. Colección Texu.

cielo

Ahora necesito más que nunca
mirar al cielo. Ya sin fe y sin nadie,
tras este seco mediodía, alzo
los ojos. Y es la misma verdad de antes
aunque el testigo sea distinto. Riesgos
de una aventura sin leyendas ni ángeles,
ni siquiera ese azul que hay en mi patria.
Vale dinero respirar el aire,
alzar los ojos, ver sin recompensa,
aceptar una gracia que no cabe
en los sentidos pero les da nueva
salud, los aligera y puebla. Vale
por mi amor este don, esta hermosura
que no merezco ni merece nadie.
Hoy necesito el cielo más que nunca.
No que me salve, sí que me acompañe.

Claudio Rodríguez, Alianza y Condena, 1965.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Las Inmensas Preguntas (el genero bobo)



(como en los erizos) Como los erizos, ya sabeis Los hombres un dia sintieron su frio Y quisieron compartirlo Entonces se inventaron el amor El resultado fue ya sabeis Como en los erizos

jueves, 10 de diciembre de 2009

EL ANIMAL

Vivir no es muy complicado
si puedes renacer después y cambiar varias cosas,
las frivolidades y tanta estupidez.
Mientes, tú mientes bien.
Cuando te tengo junto a mí tu me das la razón
y quisiera decirte que prefiero estar sólo,
y el animal que yo llevo dentro
no me ha dejado nunca ser feliz.
Me roba todo, hasta el café.
Me vuelve esclavo de mis pasiones,
sin desistir jamás, y nunca espera.
Y el animal que yo llevo dentro te ama a ti.
Dentro de mí chispas de fuego
y el agua que lo apagará.
Si quieres ver como arde espárcelo en el aire
o déjalo en la tierra.
Y el animal que yo llevo dentro
no me ha dejado nunca ser feliz.
Me roba todo, hasta el café.
Me vuelve esclavo de mis pasiones,
sin desistir jamás, y nunca espera.
Y el animal que yo llevo dentro te ama a ti.

Frédéric Beigbeder, 13.99 Euros (extracto), 2000.

Delante de ti, una chica sonríe.
La amas. Ella nunca lo sabrá.
Qué lástima.
Ha sido un hermoso minuto.

Apoyado en la barra, sueñas con nuevas mujeres. Has tardado mucho en saber lo que querías de la vida: soledad, silencio, beber, leer, drogarte, escribir y, de vez en cuando, hacer el amor con una hermosa mujer a la que nunca volverás a ver.

El PUERTO


Un puerto es un lugar encantador para un alma cansada de luchar en la vida. La amplitud del cielo, la arquitectura móvil de las nubes, los matices cambiantes del mar, el resplandor de los faros son un prisma maravillosamente adecuado para entretener la mirada y no cansarla nunca. Las formas espigadas de las naves con sus complicados aparejos, a las que el oleaje comunica armoniosas oscilaciones, cultivan en el alma el gusto por el ritmo y la belleza. Además, y sobre todo, hay una especie de placer misterioso y aristocrático, para quien ya no siente ni curiosidad ni ambición, en el hecho de contemplar, tumbado en el mirador o acodado en el muelle, todos esos movimientos de los que se van y de los que regresan, de los que todavía tienen fuerzas para desear, de los que quieren viajar o enriquecerse

John Banville, "El mar"

Todo estaba ligeramente desproporcionado, todos los ángulos estaban un tanto desajustados. La escalera era más empinada, el descansillo más diminuto, la ventana del retrete no daba a la carretera, como yo creía, sino a la parte de atrás, a los campos. Experimenté una sensación casi de pánico cuando lo real, esa realidad tan burdamente pagada de sí misma, se fue apoderando de las cosas que yo creía recordar y les fue dando su propia forma. Algo muy preciado se estaba disolviendo y se me escurría entre los dedos. No obstante, con qué facilidad lo dejé ir al final. El pasado, me refiero al pasado real, importa menos de lo que pretendemos.

Sábado

Ésta es la noche sorprendente;
surge, de un mundo oscuro, la soledad, y se une a la alegría,
y anda libre el deseo en pos de su inminencia.
El alborozo de los ojos desnuda a la ciudad,
hermosa igual que un firmamento.
Quizás hallemos hoy la dicha,
pues cada sábado nocturno, en estas calles, la hace siempre posible,
sin que, a primeras horas, aún importe la edad.
Cabinas telefónicas en donde la memoria marca secretos números,
o bares sucesivos y abundantes esquinas,
te ofrecen la belleza que persigues,
y para disfrutarla tú dispondrás después de alguna oscuridad.
Y todo podrá ser, porque lo fue otras veces.

Mas no te sientas nunca el dueño de la noche:
son rostros numerosos, y también desatentos;
puede el hado no serte favorable,
y hace algún tiempo ya que lo sabes hostil.
Mas no abandones nunca la esperanza
de ese dormir, si en ello va tu vida:
cansado, y por rutina, busca atento
el rostro alegre y ciego de tanta juventud.

Francisco Brines, Insistencias en Luzbel, 1977.

Gozo

Y esta dicha por qué, de dónde emergen
estas ansias eternas de abrazarte,
de haber estado siempre en esta hora
y estarlo en adelante, fuera del tiempo ya.

Hay un escalofrío que florece en la médula
y desciende muy lento por la espalda
como un dedo de dios o del silencio.

Pero de dónde tú. Por qué esta dicha


Javier Vela. Tiempo adentro. Editorial Acantilado

UN ARTE DE VIVIR

Vivir sin hacer nada. Cuidar lo que no importa,
tu corbata de tarde, la carta que le escribes
a un amigo, la opinión sobre un lienzo, que dirás
en la charla, pero que no tendrás el torpe gusto
de pretender escrita. Beber, que es un placer efímero.
Amar el sol y desear veranos, y el invierno
lentísimo que invita a la nostalgia (¿de dónde
esa nostalgia?). Salir todas las noches, arreglarte
el foulard con cariño esmerado ante el espejo,
embriagarte en belleza cuanto puedas, perseguir
y anhelar jóvenes cuerpos, llanuras prodigiosas,
todo el mundo que cabe en tanta euritmia.
Dejar de amanecida tan fantásticos lechos,
y olerte las manos mientras buscas taxi, gozando
en la memoria, porque hablan de vellos y delicias
y escondidos lugares, y perfumes sin nombre,
dulces como los cuerpos. ¡Qué frío amanecer entonces,
qué triste es, qué bello! Las sábanas te acogerán
después un tanto yermas, y esperarás el sueño.
Del día que vendrá no sabes nada. (No consultas
oráculos). Te quemarán hastíos y emociones,
tertulias y bellezas, las rosas de un banquete
suntuario, y las viejas callejas, donde se siente
todo, en el verano, como un aroma intenso.
Vivir sin hacer nada. Cuidar lo que no importa.
Y si todo va mal, si al final todo es duro,
como Verlaine, saber ser el rey de un palacio de invierno.

Luis Antonio de Villena, El Viaje a Bizancio, 1976.

Y me eres ahora la vida

Ni siquiera me has dicho tu nombre,
no sé quién de los dos
dijo algo, hizo qué;
formas parte del ser de la calle,
de otro hombre, del esfuerzo de andar.
Casi nada conozco de ti
y me eres ahora la vida


Jordi Virallonga. Crónicas de usura

TE DIJE QUE NO APOSTARAS A ESE CABALLO

Una mujer fea tiene dos opciones: matarse o hacerse a un estilo. Lo peor que puede hacer una mujer fea es fingir que no lo es, es casi tan malo como no ser bella del todo. Son la clase de cosas que descorazona a los tipos simpáticos. No es que una mujer fea sea incapaz de verse bella alguna vez. Pero no le conviene. Una vez adquieres estilo va contigo siempre. Planear la belleza es complicado y sostenerla un verdadero lío. No en vano las bonitas se suicidan más a menudo. La belleza no es un estilo pero lo suple bastante bien, hasta que se pudre. La fea, en el peor de los casos, sólo puede ser más fea y eso es un avance en cierto sentido. La belleza corre todos los riesgos y no tiene coartada.

Efraim Medina Reyes, Pistoleros, Putas y Dementes (Greatest Hits), 2005.

Desaparecidos

Desconocer en qué lugar tus huesos
regresaron al vientre de la tierra
y son raíz y magma o en qué aguas
el sueño de tu muerte está meciéndose
aún entre almohadas de junqueras
y besos de libélulas, ya no
me muestra aquellos cuervos que atraviesan
sin graznido los cielos de mi estancia,
sino ojos de crisálidas que se abren
para que alcen el vuelo amaneceres
de mariposas, de oros y lucernas,
respirando, por fin, cualquier lugar
que tú hayas respirado.

AQUÍ CONTEMPLO VIDA...

Aquí contemplo vida, me hago llama
de esta hoguera de manos que levanta
sus negras lenguas a lo alto, siento
que soy un hombre más entre los hombres,

y un vestido de angustias me abandona
sencillamente, así la noche deja
desnuda el alba y libre, aunque con frío,
cuando lejanos sones la presienten,

frío tengo en el alma, pero canto,
ahora que estoy aquí de nuevo y veo
tanto gozo y dolor, tanta miseria
y tan clara esperanza compartida.

Quiero contarte cosas que me pasan...

Quiero contarte cosas que me pasan.
Cuando digo me pasan tiemblo, Rosa,
porque «me pasan» dice muchas cosas.
Esto de las palabras, Rosa, siempre
induce a confusión. Hablo, tropiezo,
caigo, me repongo, vuelvo a caer.
Hablar, Rosa, es darse trompicones
de palabra en palabra. La lengua dice
cosas que no quisiera, a tientas anda.
¿No ves, Rosa, que hablando, como hablo,
caigo en lo mismo y a lo mismo vuelvo?
Cosas que pasan. Te diré que anoche
ardieron los rastrojos, una hermosura
de fuego que en festones se corría
de gozo, dando saltos, crepitando,
la llama daba brincos, le ponía
un rostro diferente a los contornos,
sorprendida la noche en sus silencios
por la herida que abría en sus costados
la navaja de las llamas alegres.
Era una fiesta de purificación.

Poema de José Antonio Muñoz Rojas