Una mujer fea tiene dos opciones: matarse o hacerse a un estilo. Lo peor que puede hacer una mujer fea es fingir que no lo es, es casi tan malo como no ser bella del todo. Son la clase de cosas que descorazona a los tipos simpáticos. No es que una mujer fea sea incapaz de verse bella alguna vez. Pero no le conviene. Una vez adquieres estilo va contigo siempre. Planear la belleza es complicado y sostenerla un verdadero lío. No en vano las bonitas se suicidan más a menudo. La belleza no es un estilo pero lo suple bastante bien, hasta que se pudre. La fea, en el peor de los casos, sólo puede ser más fea y eso es un avance en cierto sentido. La belleza corre todos los riesgos y no tiene coartada.
Efraim Medina Reyes, Pistoleros, Putas y Dementes (Greatest Hits), 2005.
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